¡POR MI MADRE! BOHEMIOS

Por José Filiberto Rivera Medellín

Qué hermosa eres, amada mía. Qué hermosa eres. Tus ojos son palomas detrás de tu velo. Tu cabellera es como un rebaño de cabras que ondulan por las pendientes de Guilead…tus labios son como hilo de escarlata, y tus palabras encantadoras”.

El Rey Salomón

Fresnillo, Zac,(10-05-2022).-Hablar de la madre, es hablar de la mujer y hablar de la mujer, es hablar de belleza y hablar de belleza es relacionarla con todas las manifestaciones del arte (pintura, escultura, música, danza, teatro, literatura, fotografía y cine); cuenta Hesíodo que, en las bodas de Cadmos y Armonía celebradas en Tebas, las Musas cantaron en honor de los novios estos versos coreados inmediatamente por los presentes: “el que es bello es amado, el que no es bello no es amado”. Estos conocidos versos, expresan en cierto modo la opinión general sobre la belleza entre los antiguos griegos.

Platón en el libro de la República menciona que “la pintura y en general todo arte mimético realiza su obra lejos de la verdad, y se asocia con aquella parte de nosotros que está lejos de la sabiduría y que es su querida y amiga sin apuntar a nada sano ni verdadero”. Y en el Banquete expresa: “oh Fedro y los demás, me dijo Diotima, y yo he quedado convencido, de tal modo que busco persuadir a otros, puesto que, para alcanzar este disfrute, no se puede hallar un mejor colaborador de la naturaleza humana que Eros”.

En el siglo XI comienza la poesía de los trovadores, las novelas caballerescas y la poesía de los estilnovistas italianos, donde se va abriendo paso una imagen concreta de la mujer como objeto de amor casto y sublimado, deseada e inalcanzable; vemos como el joven Giovanni Boccaccio en su rima la bella mujer escribe: “…los cabellos de oro y crespos una luz dan sobre la frente alegre, dentro de la cual Amor ciega por la maravilla; y las otras partes armonizan todas con las mentadas, en igual proporción, de aquella que asemeja en verdad a un ángel”.

En uno de los versos del poeta vasallo de Bernart de Ventadorn leemos:

“Oh mi buena señora, otra cosa no pido

sino que me toméis como servidor,

y yo os serviré como señor

sea cual sea vuestra recompensa.

¡Vedme pues a vuestro mando

franco corazón, humilde y alegre!

No podemos dejar fuera al gran Dante Alighieri cuando habla de su amada Beatriz “…cuando ante mi vista apareció por vez primera la gloriosa dueña de mi intelecto, que fue llamada Beatriz por muchos que no sabían cómo se llamaba…apareció vestida de muy noble color, humilde y honesto, purpúreo, ceñida y adornada a la manera que convenía a su jovencísima edad…dijo estas palabras: Ecce deus fortior me, qui veniens dominabitur mihi (He aquí, Dios es más fuerte que yo, quien me gobernará sobre mí)”.

Y el gran Quijote de la Mancha cuando se refiere a su Dulcinea dice: “su calidad, por lo menos, ha de ser de princesa, pues es reina y señora mía; su hermosura, sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos que los poetas dan a sus damas: que sus cabellos son de oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve, y las partes que a la vista humana encubrió la honestidad son tales, según yo pienso y entiendo, que solo la discreta consideración puede encarcelarlas, y no compararlas”.

En el siglo XVIII David Hume decía que “la belleza no es una cualidad de las cosas mismas: existe tan solo en la mente del que las contempla y cada mente percibe una belleza distinta. Puede incluso suceder que alguien perciba fealdad donde otro experimenta una sensación de belleza”. Por su parte Immanuel Kant, en la Crítica del juicio determina que “bello es aquello que agrada de forma desinteresada sin ser originado por, o ser reconducible a, un concepto: por eso el gusto es la facultad de juzgar desinteresadamente un objeto (o una representación) a través del placer o del desagrado; el objeto de este placer es lo que consideramos bello”.

La belleza es ante todo una cualidad objetiva de los cuerpos por la cual suscitan amor y que actúa sobre la mente humana a través de los sentidos afirma Edmund Burke y considera que son rasgos típicos de lo bello la variedad, la pequeñez, la lisura, la variación gradual, la delicadeza, la pureza, la gracia y la elegancia.

Y para festejar este diez de mayo día de las madres:

Brindo por la mujer, mas no por ésa                    

en la que halláis consuelo en la tristeza,

rescoldo del placer ¡desventurados!;

no por esa que os brinda sus hechizos

cuando besáis sus rizos

artificiosamente perfumados.

Yo no brindo por ella, compañeros,

siento por esta vez no complaceros.

Brindo por la mujer, pero por una,

por la que me brindó sus embelesos

y me envolvió en sus besos:

por la mujer que me arrulló en la cuna.

Por la mujer que me enseño de niño

lo que vale el cariño

exquisito, profundo y verdadero;

por la mujer que me arrulló en sus brazos

y que me dio en pedazos,

uno por uno, el corazón entero.

¡Por mi Madre! Bohemios, por la anciana

que piensa en el mañana

como en algo muy dulce y muy deseado,

porque sueña tal vez, que mi destino

me señala el camino

por el que volveré pronto a su lado.

Por la anciana adorada y bendecida,

por la que con su sangre me dio vida,

y ternura y cariño;

por la que fue la luz del alma mía,

y lloró de alegría,

sintiendo mi cabeza en su corpiño.

Por esa brindo yo, dejad que llore,

que en lágrimas desflore

esta pena letal que me asesina;

dejad que brinde por mi madre ausente,

por la que llora y siente

que mi ausencia es un fuego que calcina.

Por la anciana infeliz que sufre y llora

y que del cielo implora

que vuelva yo muy pronto a estar con ella;

por mi Madre, bohemios, que es dulzura

vertida en mi amargura

y en esta noche de mi vida, estrella…