Filosofía de la educación

Por José Filiberto Rivera Medellín///Ágora Digital

  • “Ser maestro no significa simplemente afirmar que una cosa es así o recordar una lectura. No, ser maestro en el sentido justo es ser aprendiz” Sören Kierkegaard

 Zacatecas,(27-08-2023).-La interrogante “¿qué es la filosofía de la educación?” es indispensable para quien se dedica profesionalmente a la tarea educativa, aun cuando su respuesta pudiera parecer muy alejada o ardua; sin embargo, no es así del todo. Dentro de su complejidad explicativa, su abordaje resulta asequible en virtud de que el objeto de estudio de la ciencia pedagógica es la educación, tipo de realidad que se conoce y concibe a partir de la consideración de lo que es el ser humano con respecto a la búsqueda de su propia perfección y mejora como persona.

La tarea educativa, por tanto, impregna todos los niveles de la acción humana, aunque su necesidad se vuelve perentoria en las primeras etapas de desarrollo de cualquier hombre o mujer, tanto a nivel físico como psicológico, emocional y ético. De allí que la familia y la escuela ocupen un lugar relevante e imprescindible en la tarea educativa.

El buen educador, el que ama su profesión y a sus alumnos, se percata insoslayablemente, en la práctica educativa, de la necesidad de formar a las personas y, al mismo tiempo, tiene conciencia de que educación es formación, cultivo del ser humano, expresión que implica impulso y mejora de las diversas dimensiones de la personalidad del educando, específicamente de aquellos que por ser lo que es –ser humano- le corresponden.

Podemos hablar de filosofía de la educación en Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Kant, Dewey, Rousseau, Makarenko y Freire, pensadores que resultan entre sí distintos e incluso, en diversos casos, antitéticos. En este sentido, Platón es idealista y Aristóteles, realista; San Agustín, platónico y Tomás de Aquino Aristotélico; Kant es idealista, con un idealismo trascendental y Dewey es empirista y pragmático; algo semejante acontece en los casos de Rousseau y su naturalismo pedagógico, y de Makarenko y la versión emancipatoria y crítica de los filósofos de la educación de inspiración marxista, donde lo relevante es la dimensión colectiva.

Todos ellos, de algún modo, han tenido en cuenta el fenómeno educativo con matices y diferencias importantes. Así, los pensadores de la tradición clásica griega y cristiana han tenido en cuenta la filosofía primera o metafísica, y a la ética y la antropología fundadas en el que se les permite un planteamiento abierto de la realidad educativa; la carencia de estas ciencias, sin embargo, ha sido la falta de un diálogo más intenso de tipo interdisciplinario con las aportaciones de otros saberes científicos distintos a la filosofía.

Para Dewey, la filosofía de la educación es, la formulación explícita de los problemas para la formación de hábitos mentales y morales, que se encuentra vinculada con su teoría de la experiencia y su instrumentalismo pedagógico en búsqueda de la eficacia educativa y social. Con esto pretende responder a las necesidades intrínsecas de los individuos que han de educarse.

 John Dewey tiene el mérito de haber trabajado a favor de la educación y la formación filosófica; en su libro Democracia y educación es un ejemplo de sus investigaciones dentro de este ámbito, pues plasma ideas como: “Si estamos dispuestos a concebir la educación como el proceso de formar disposiciones fundamentales, intelectuales y emocionales respecto a la naturaleza y los hombres, la filosofía puede, incluso, definirse como la teoría general de la educación y como la educación es el proceso mediante el cual puede realizarse la transformación necesitada y no seguir siendo una mera hipótesis respecto a lo que es deseable, alcanzamos una justificación de la afirmación de que la filosofía es teoría de la educación como una práctica deliberadamente dirigida”.

     La filosofía de la educación encuentra su fundamento inmediato en la antropología filosófica porque no hay concepción educativa sin una noción de hombre sobre la que se apoye; en la ética, por su parte, descubre las condiciones de posibilidad real de una vida lograda asentada en el ejercicio de la libertad responsable orientada por la verdad; en la pedagogía encuentra su campo de trabajo más propio por los hallazgos y problemas que cultiva en su quehacer cotidiano y en la práctica educativa; en la metafísica se encuentra su último fundamento al recibir la respuesta sobre qué tipo de ser es el hombre y el tipo de identidad que le corresponde a la realidad educativa.