Soy enfermera,casi incendian mi casa cuando dormía

Por Verónica Cuenca /// Ilustración Cath Zúñiga

Comencé a estudiar enfermería poco después de haber cumplido 16 años, pensando en ser útil a mi país, con el único fin de ayudar a los demás.

Soy Verónica Cuenca, me duele lo que pasa en mi País, ver cómo en medio de esta tragedia por el coronavirus la gente agrede a mis compañeras, al personal de salud, porque tienen la idea de que podemos contagiarlos y ser una amenaza, cuando en realidad sólo cuidamos a los enfermos que pudieran tener COVID-19 y a cualquiera que llegue a un hospital en busca de ayuda.

Trabajo desde hace tiempo en el hospital del IMSS en Fresnillo. Aquí  todos estamos asustados, desde que supimos de la pandemia, el ambiente es más frío, se respira tensión, no nos saludamos ni de mano ni de beso, se fue la jovialidad, el susto que sentimos en el día a día se ha convertido en pánico, pero debemos controlarlo, pues nuestro juramento nos impide abandonar un paciente.

Ahora usamos un uniforme diferente, googles más grandes, un cubre bocas que lastima el rostro, una careta que nos aísla más, todo sea  porque ése virus en forma de corona no nos penetre.

En medio de todo esto, les cuento que fui víctima de una agresión, el miércoles 15 de abril. Eran  las 2:20 de la madrugada, mi perro un hermoso viejo pastor inglés que adopté hace un tiempo se despertó. El sonido de un claxon lo alteró.

Sus ladridos me despertaron, apenas reaccioné un fuerte olor a humo inundaba mi casa.

Me asusté mucho, bajé como pude las escaleras, había humo por toda la casa, era  una densa neblina, alguien (un ángel) tocó el timbre de mi casa de forma desesperada, me acerque a la ventana para ver quién era,  al tocar el cristal se sentía muy caliente así que retire las manos, la persona que toco era una enfermera que salía de trabajar (por suerte a esa hora) y que al ver el fuego que estaba afuera de mi ventana se asustó y con todo y miedo se acercó a mi puerta y toco el timbre yo me asusté mucho y le llamé a mi vecino (otro ángel), el mismo que salió a auxiliarme, entre los dos logramos sofocar el fuego después de varios minutos.

Nos dimos cuenta que alguien; no sé quién, ni  por qué, trajo de una construcción que están realizando como a tres casas de mi hogar unos polines grandes y gruesos y les prendió fuego afuera de la ventana de mi casa.

Gracias a mi compañera que antes de ése hecho no conocía y  a mi vecino y mi perro no paso a mayores. Si ella no hubiera pasado a esa hora nadie se hubiera dado cuenta.

Pienso que con el calor, el vidrio se habría tronado, las llamas hubieran penetrado a la casa quemando las cortinas y lo demás a su paso y yo intoxicada por el humo no hubiera podido despertar, y no estaría contándoles todo esto.

Estoy bien, afortunadamente no estuve expuesta tanto tiempo al humo como para intoxicarme de forma severa, solo se me irritaron las mucosas, pienso que tal vez acababan de prenderle fuego a esa madera cuando la enfermera pasó.

Solo puedo agradecer primero a Dios porque me permitió seguir con vida para volver a ver a toda mi familia y amigos, y después a todas las personas que se preocuparon por mí, comenzando por esa enfermera que sin saber quien vivía en la casa se atrevió a ayudar, eso solo me hace pensar que mi profesión, la ENFERMERÍA nos da bases solidadas para ayudar a los demás.

Tres días después de la agresión interpuse una denuncia penal, contra quien resulte responsable por la agresión que puso en peligro mi vida y espero que las autoridades den con el responsable, se le castigue y que esto no vuelva a ocurrir ni a mí ni a ningún de mis compañeros del sector salud.

Desde esta agresión que recibí, se intensificaron las llamadas de mi familia, que no dejan de preguntarme cómo estoy, incluso quieren venir a acompañarme, pero les digo que no, que estaré bien, y que pidan a Dios por mi y mis compañeros.

A ustedes que leen esto, les pido que no agredan al personal de salud, somos quien en circunstancias como esta por la que pasamos debido a la pandemia, estamos aquí para ayudar, hacemos nuestro mayor esfuerzo para contenerla, para salvar la vida de nuestros pacientes, pensando en que tienen familia que los espera.

¿Y saben qué? Nosotros también tenemos familia, amigos, personas a las que amamos y que también esperan todos los días nuestro regreso.

Nosotros no somos quienes los contagiamos, quienes pueden contagiarlos son esas personas que están en la calle paseando, jugando, dando la vuelta, aquellas personas que no han respetado la cuarentena.

EL PERSONAL DE SALUD NO SOMOS UNA AMENAZA, PUES NOSOTROS SABEMOS COMO MANEJAR LAS CARETAS, LOS GUANTES, LOS CUBRE BOCAS Y TODO EL MATERIAL SIN CONTAMINAR.

Yo les pregunto: ¿Aquella persona que no pertenece al sector salud, tiene este conocimiento? Yo veo en la calle a personas con el cubre bocas en la garganta, cubriendo solo su boca y dejando destapada su nariz, y así ya están contaminando, los veo usando guantes y tocando todo, incluyendo sus caras y eso ya está contaminado.

Les pido por favor que razonen un poco lo que les digo, y que tengan solidaridad con todos nosotros, desde el personal de limpieza que hace un trabajo sumamente importante hasta el director del hospital que también realiza un trabajo crucial.

No les pido que nos aplaudan, solo que nos dejen hacer nuestro trabajo, y salir de nuestras casas y regresar a ellas sin miedo a ser agredidos.

Si nos agreden, tendremos que dejar de trabajar, los hospitales tendrán menos personal y no habrá quien los pueda atender.

A ustedes que han pensado que somos un foco de infección los invito a ir a un hospital como voluntarios para hacer la limpieza de un área donde estuvo un paciente con COVID-19, a ponerles alcohol, gel antibacterial  a las personas que llegan estornudando, con tos o con fiebre, a las entradas de los hospitales, a movilizar a los pacientes que tienen COVID-19 y que están con un respirador artificial.

Cómo empecé

Deje atrás las fiestas ¡ y hasta me olvidé de la moda!, al contrario de mis amigas mis uñas son cortas, sin esmalte, siempre uso el cabello recogido y no uso maquillaje, no había diversión, tenía que escoger entre un pantalón o un libro (en copias fotostáticas), porque mis padres no tenían dinero para ambas cosas, escoger entre salir con mi familia de paseo o quedarme a estudiar y a hacer la tarea, y mi padre me decía cuando veía que mis primas o tías hacían y tenían lo que yo no podía porque estudiaba. ”Todo llega a su tiempo, todo esfuerzo tiene su recompensa”.

 Esas palabras de papá resonaron fuerte en mi cerebro, pero sobre todo en el corazón, me dediqué de lleno a estudiar, procuraba sacar buenas calificaciones para obtener una beca y que mis padres no gastaran tanto. Así termine una carrera técnica, conseguí un trabajo inmediatamente después de terminar para poder ayudar en mi casa económicamente.

Mi primer trabajo fue en un  hospital particular en la Ciudad de México, la paga era muy poca, pero eso me enseñó a valorar lo que cuesta ganarse la vida, pero no me era suficiente profesionalmente,  así que hablé con mi papá y mamá, les pedí su apoyo para entrar a la universidad y realicé el examen para la UNAM, no todos confiaban en mí, pero me bastaba con la confianza de ellos, pasé el examen y conocí un mundo nuevo.

Estudiar la licenciatura de enfermería en la UNAM amplió mi visón, mi mundo, entendí que la base es el cuidado, la atención al paciente, escucharlo y mitigar su dolor no solo con fármacos, sino también con tomarle la mano y estar a su lado, y que eso jamás debo olvidarlo.

A la mitad de la carrera logré entrar a trabajar al IMSS, una institución que me ha dado mucho, pude independizarme, inicié mi propio vuelo

Cuando pude me mudé a este lindo lugar Fresnillo, donde he conocido gente muy buena, amigos y personas que ahora son parte de mi familia.

Pude comprar una casa, que aún sigo pagando y para la que tengo que trabajar a veces doble turno, todo lo que ahora tengo es a base de esfuerzo y arduo trabajo honrado.

Hoy por hoy ejerzo mi profesión sin olvidar a las personas que esperan de mi lo mejor para sanar y regresar a casa con sus familias, atiendo diariamente a los pacientes sin juzgar, sin hacer diferencias, sin pensar a que se dedican, que religión profesan, que preferencia sexual tienen, para mí eso no hace la diferencia, o  si tiene un tatuaje o no, si usa corbata o no, tan solo realizo mi trabajo recordando a cada momento que yo hice un juramento profesional, brindando una atención de calidad.

Así dedicó todos mis esfuerzos en pro de mis pacientes pensando en que de mis cuidados depende en buena medida que se recuperen.

 ENFERMERÍA es pasión, disciplina, conocimiento, dedicación, compasión, respeto, solidaridad, y más.

Todos los días me levanto dando gracias a Dios por un nuevo día lleno de oportunidades nuevas para mejorar, pidiendo por mi familia, que guíe mis manos para hacer el bien a mi prójimo, pacientes y compañeros, que me  permita tener un día tranquilo, armonioso.

Me levanto, me baño, me recojo el cabello, me pongo mi uniforme blanco, limpio, mis zapatos limpios y brillantes (que para mí significa gran parte de lo que soy y de lo que amo hacer), pongo mi  mejor sonrisa para mitigar un poco la angustia de mis pacientes, de mis compañeros y de mi propia persona.

Voy a mi trabajo contenta porque tengo la oportunidad de dedicarme a lo que me apasiona, lo que me gusta hacer.

Agradezco a Ágora Digital por la oportunidad de escribir esta historia en este espacio, a quien leyó hasta el final el texto y a quien compartirá y transmitirá mi mensaje.

Me llena de tristeza pensar en que no podré usar ese uniforme de nuevo en la calle,  (no sé por cuanto tiempo), por temor a que me agredan, sé que los súper héroes ocultan su identidad, pero creo que la mía ya la descubrieron.