Reporteo desde el Wuhan mexicano

Por Criselda Farías/// Ilustración Cath Zúñiga. 

Monclova, Coah (01-06-2020).-Tal como una película que comenzaba a crear su guión, los hechos comenzaron a revelarse el 24 de marzo con la primera manifestación de trabajadores de la salud del hospital 7 del IMSS.

Eran primordialmente enfermeras, enfermeros, trabajadoras sociales, asistentes médicos y también algunos doctoras y doctores que entre sus declaraciones a tropel ante los medios de comunicación decían que habían atendido a un paciente con todos los síntomas de la COVID-19 ,sin la debida protección, ya que el Seguro Social no les proporcionaba, siquiera lo indispensable.

Apenas contaban con cubre bocas que muchos de ellos habían comprado, ya tenían compañeros contagiados, dos médicos y una enfermera, quienes estaban con neumonía y no se les aplicaba la prueba covid-19.

La dirección del Hospital General de Zona 7 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) argumentó que el equipo sólo se daba al personal que atendiera casos sospechosos, pero que a partir de ese día se lo comenzarían a proporcionar al personal de urgencias que estaban en el punto de revisión a personas con problemas respiratorios, porque precisamente ese día entraba la segunda fase del coronavirus a nivel nacional.

Ese 24 de Marzo, la hija del quien se conoce hoy como el paciente cero, Alfonso de Hoyos Zamora, Laura de Hoyos, pidió ante los medios de comunicación y directivos del IMSS información de su padre ya que desde el 16 de marzo había ingresado y ya lo habían aislado junto con su madre que lo cuidaba.

Tres días después murió, ya se conocía que era de oficio trailero y había regresado de Estados Unidos, cumplía con los requisitos de ser un paciente con la COVID-19, pero su aislamiento tardó, lo mismo que la protección al personal del hospital que después se contagió.

Con el resultando de las primeras pruebas a trabajadores de la salud del hospital, 21 enfermaron, desencadenaron en pacientes graves.

La muerte del primer médico Walberto Reyes de la Cruz, el 31 de marzo, quien había atendido al paciente cero, fue la gota que derramó el vaso, los trabajadores de la salud salieron nuevamente a protestar porque a pesar de estar hospitalizados varios de sus compañeros y alrededor de 60 incapacitados por sospecha y positivos, conforme se iban haciendo las pruebas covid-19, aún carecían de suficientes insumos ni había una infraestructura de aislamiento completo.

Un día después que se formó el primer Sub Comité de Salud en Coahuila, para tomar decisiones propias en base a la situación del contagio masivo del personal en el hospital del IMSS, fue cuando se registró la muerte del primer médico y días después comenzaron a surgir casos comunitarios, la enfermedad ya trascendía debido al contacto de trabajadores de la salud con sus familias.

La ayuda hacia el personal de salud llegó a montones por la sociedad, empresarios, agrupaciones, regidores y las mismas autoridades estatales y municipales, les dotaron de cubre bocas N-95 y comunes, overoles, guantes, lentes, sanitizantes, gel y cabinas sanitizantes para pasar por ahí al salir o entrar de su centro de trabajo, mientras la provisión del Seguro Social caía a cuenta gotas por la burocracia, indecisiones y desconfianza de entregar recursos por su política de austeridad y anticorrupción.

Creo que en Monclova el IMSS cometió el peor error que causó el contagio masivo, desestimó la salud, desde la dirección general en México, pues aunque el director del hospital pidiera insumos y la delegación en Coahuila, a su vez, a México, nadie dio la importancia,  al “super delegado” del gobierno morenista, Reyes Hurtado Flores, nunca se le vió, tampoco al secretario general del IMSS, Javier Guerrero.

Eso nos posicionó como el “Wuhan” de México, haciendo referencia a la comunidad de China que primero se contagió, bueno, nosotros éramos el epicentro del coronavirus en el País.

En la vorágine, dentro de ello estábamos nosotros como reporteros, cuando hubo la primera manifestación aún no usábamos cubre bocas y estábamos muy cerca de los trabajadores de la salud en protesta.

Luego comenzamos a usar los cubre bocas, guantes y sanitizantes , también intentábamos guardar la llamada sana distancia, que muchas veces no era posible por las entrevistas que debíamos.

Entre y las primeras semanas de Abril, Monclova disparó sus casos, hoy son 313 positivos, de los cuales 231 pacientes se han recuperado y 31 personas fallecieron.

...Nos hicieron la prueba

Por precaución,  al haber estado expuestos con el personal del IMSS y debido a que el padre de una compañera murió por la COVID-19, el Gobierno de Coahuila ordenó a quienes cubríamos el sector salud y estábamos a diario siguiendo el paso de esta nueva enfermedad por nuestro pueblo, realizarnos las pruebas de detección.

A partir del 30 de Marzo comenzaron a llegar notificaciones de los días que nos harían la prueba a más de 30 compañeros, a mi me citaron el 2 de Abril a las 10:00 de la mañana.

Cuando llegué a la zona de pruebas COVID, a un costado del hospital Amparo Pape Benavides, había gente afuera, esperando turno, me tocó cruzar palabra con un médico que estaba en silla de ruedas, delgado, muy débil, acompañado de un familiar, y quien días antes se había sentido muy mal, él entró primero.

Pasé un túnel sanitizante, me recibió personal con trajes especiales, caretas, máscaras, parecían astronautas, te meten un isopo grande, duele un poco. Cala en la garganta y la nariz. Tradan un minuto en el procedimiento.

Tengo entre 25 y 30 años como reportera en Monclova es un pueblo que se mantiene de la industria de la transformación del acero, en todo este tiempo de ejercer mi profesión quizá nunca había sentido tanta incertidumbre como en las horas posteriores a la toma de la muestra.

Me preocupé mucho yo me decía no me voy a enfermar, si me salta de repente la duda, no dejó de taladrarme la mente.

Pero más que mi salud, me preocupaba dejar de trabajar … «Voy a dejar de trabajar. «Tengo que hace mi trabajo», me repetía de manera constante. Me apuraba quedar fuera de combate en ésos días cruciales y por tanto, dejar de informar a la población

¿Mis defensas estarán bien?, era una pregunta que me saltaba de forma recurrente…

La ayuda para nuestro gremio llegó más pronto de compañeros reporteros de La Laguna y Saltillo, antes que de nuestras empresas editoras con kits completos sanitizantes, gel, cubre bocas y overoles. También hubo un diputado que nos ayudó con equipo de protección.

Cada día es un riesgo que hay que afrontar, salir a la calle a realizar el trabajo es una rutina de llevar la protección con cubre bocas, lentes o careta, el gel y sanitizante, poner un protector al micrófono y guardar distancia, al regresar a casa, dejar los zapatos afuera, rociarme con sanitizante, bañarse y dejar la ropa afuera para lavado, limpiar el celular, cámara y grabadora.

En conferencias de prensa estamos a cierta distancia de las autoridades y entre nosotros, las pláticas se resumieron, sólo nos despedimos, ya no hay saludos de mano ni de beso, cuando es posible.

  Sigue siendo necesario para nosotros salir a la calle a tomar alguna fotografía, video o entrevista.

Hacemos ya mucho reporteo por teléfono y la nueva modalidad de “zoom” para obtener información de diferentes sectores, hubo que entrarle a la tecnología.

Llevo más de un mes y medio sin ver a mis padres, hermanos, sobrinos, cuñadas, cuñados, a nadie de mi familia, el contacto es sólo por llamadas o videos, eso es emocionalmente difícil, triste, desesperante, más cuando era costumbre vernos cada semana o cada 15 días.

Un compañero reportero me comentó que él acudió a ver a sus padres desde la reja de la puerta y ellos en el portal, pero en mi caso, ninguno vive en mi ciudad.

Shock colectivo

Creo que aún estamos en “shock”, sobre todo, los médicos que ha atendido a pacientes portadores del virus SARS-CoV-2, muy pocos quieren ser entrevistados, un amigo médico me comentó que realmente están sin palabras, que no pueden expresar lo que sienten al estar atendiendo enfermos sin un medicamento específico, bajo un riesgo constante y sobre todo por ver a compañeros morir.

El doctor Alfonso Herrera Castro, médico urgenciólogo, quien regresó a trabajar después de 20 días de estar aislado al resultar positivo luego de atender pacientes en terapia intensiva, le tocó asistir a su colega Walberto Reyes, me compartió que tuvo fiebre, dolores de cabeza y perdió más de cinco kilos de peso, pero logró sobrevivir. «Es triste que compañeros no lo lograron sobrevivir», me cuenta. Sin embargo, como la medicina es su apostolado, él seguirá ayudando y regresará en cuanto este listo, a la primera línea de batalla, ése es su deseo.

Esto sin contar las decenas de decesos por neumonía atípica de pacientes a los que no se les practicó la prueba de la COVID-19 por el desconcierto y descontrol inicial.

Ahora Coahuila, determinó que todos los pacientes con neumonía serían considerados sospechosos del virus.

En total Coahuila acumula mil 286 casos positivos y 80 defunciones tras 94 días desde que las autoridades reportaron a la primer paciente con el SARS-CoV-2 tras haber viajado a Italia.

La COVID-19 llegó para quedarse y cambiar hábitos, en lo particular, aunque se ha flexibilizado el tránsito de personas en la ciudad, sigo saliendo sólo a lo indispensable para trabajar y comprar despensa, quiero contribuir a que no haya un rebrote de casos.

Sin embargo, mucha gente en Fase 3 no dejó de reunirse en fiestas en casas, lo que ameritó detenciones de más de 150 personas a las que se les cobró una multa de 250 pesos.

La “crisis” de que escaseó la cerveza en tiendas y depósitos, provocó filas y aglomeraciones constantes. Si sales a la calle debes portar cubrebocas, en un vehículo donde sólo puden ir dos personas.

Nos estamos acostumbrado a comprar más por internet y llegue por paquetería, el servicio de comida a domicilio, a estamparte en el sillón viendo series de “Netflix”, a festejar cumpleaños sin invitados, sólo con el perro al lado. La nueva normalidad, nunca será igual.

Aún recuerdo el momento en que recibí una hoja doblada con los resultados de la prueba por COVID-19, ahí en la jusrisdicción 4 de los servicios de salud, voltee al cielo.»Negativo», leí. Llegó la calma perdida. A seguir trabajando.