Reflexiones desde Júpiter

Una de templos, torres y palacios

Por Gabriel Páramo

Mercurio

Ciudad de México,(12-03-2021).-De entre lo que no me gusta del gobierno del presidente López Obrador (aunque hay algunas que sí) está la insistencia maniquea de que toda crítica es pagada, interesada, viene de la derecha o tiene propósitos ocultos. Pueden ser los justos reclamos feministas, los incontrovertibles juicios de los ambientalistas, las quejas de los que quieren fumar mariguana libremente o, en realidad, cualquier asunto, para que ya sea el presidente o una legión de apoyadores en redes sociales empiece con denuestos y descalificaciones. No todas estas  vienen de este tipo de fuentes; algunas de ellas provienen de amigos cercanos, periodistas serios y comprometidos, pero sobre todo las públicas y masivas son muy extrañas.

Venus

En el caso de las mujeres, me asombra la facilidad y ligereza que existe para descalificar sus gritos, para condenar sus manifestaciones, para condenarr su lucha. Se recurre al insulto, a la generalización, al lugar común y al catálogo ampliado de falacias lógicas. Si personas sin conciencia de clase gritan insultos como “gatas” a las policías, “lo hacen las feministas”; si una mujer mata a su hijo, “es culpa de las feministas”, si se señala a algún depredador sexual, preguntan “dónde estaban las feministas cuando…”. La Ciudad de México, y supongo que las de los estados, se ha pintado, vandalizado, deconstruido, reconstruido, incontables veces en sus 700 años de historia. Si las pintas sirven para abrir conciencias, está bien. ¿No nuestro himno nacional dice “Y sus templos, palacios y torres, se derrumben con hórrido estruendo y sus ruinas existan diciendo, de mil héroes la patria aquí fue”?

Tierra

Y ya que estamos en la CDMX, y a pesar de lo que digan historiadores e intelectuales sospechosamente revisionistas, qué bueno que se conmemorarán 700 años de la fundación de Mexico-Tenochtitlan, en una fecha que más que histórica o con precisión científica, resulta simbólica, y qué bueno que la Jefa de Gobierno decida, por fin, cambiar nombres como “La Noche Triste” o “Puente de Alvarado” por “Noche Victoriosa” y “Calzada Mexico-Tenochtitllan”. Ya sé que los tlaxcaltecas también se pusieron bien contentos cuando cayeron los odiados mexicas, pero la verdad es que la Conquista también arrasó cultural e ideológicamente con ellos, y con los purépecha, los otomíes y todos los demás indígenas de Mesoamérica, sin importar de qué lado se hubieran puesto en la guerra. También es cierto que la ciudad pertenecía a quienes, orgullosamente, la consideraban el centro del Mundo y así debe recordarse.

Marte

El caso de Pedro de Alvarado, en concreto, es arquetípico del horror de la Conquista. Con una vida dedicada a la guerra y al pillaje, Cortés lo dejó a cargo de sus tropas para ir a pelear con Cristóbal de Olid. Los indígenas lo llamaban “Sol” (Tonatiuh) por su cabello rubio. George Lovell, profesor emérito de la Queen´s University, lo considera “el psicópata compañero de Cortés”. El 22 de mayo de 1520, los mexica celebraban a Huitzilopochtli y del pecho de decenas de hombre, niños, mujeres, chorreó la sangre, pero no por “sacrificios humanos”, sino por las espadas y armas de españoles y tlaxcaltecas que atacaron a traición a la multitud desarmada. La matanza de Tóxcatl horrorizó, incluso, a curtidos conquistadores como Bernal Díaz del Castillo. Qué bueno que su nombre deje de honrarse en nuestra ciudad.

Cinturón de asteroides

Y ya que hablamos de cambios, mi muy, pero que muy boomer corazón se congratula de la virtual cancelación de la caricatura Pepe LePew, ejemplo de racismo, misoginia y estupidez, por mucho que la defiendan nostálgicos. Burlarse y estereotipar a los extranjeros, y que los niños y niñas lo consideren normal, no era correcto en los años 50 o 60 del siglo XX ni está bien ahora; creer que el acoso es seducción y es algo simpático, y que los niños y niñas lo consideren normal, no era correcto tampoco, ni antes ni ahora.