Ay, la vejez

Reflexiones desde Júpiter

Por Gabriel Páramo

Mercurio

Ciudad de México,(01-03-2021).- Señal de que nos estamos haciendo viejos es que por muy fuertes que hayamos sido en nuestras vidas, empezamos a sentir dolores por todos lados. No necesariamente muy fuertes, pero sí molestos y constantes. La rodilla, las nalgas, la cadera, la muñeca; incluso, alguna zona que ni sabíamos que existía entre las costillas o las orejas. Como si el cuerpo decidiera quejarse por décadas de maltrato, los dolores y molestias llegan un día y se quedan. Incluso, acompañan cosas antes placenteras como detenerse a ver un atardecer, oler la fruta o mojarse bajo la lluvia.

Venus

Es que envejecer es una jodienda completa. Lejos de romanticismos, te vas convirtiendo en don Ebenezer y el don te regala la decadencia. Ves menos, escuchas menos, te cansas más. Tampoco es que te estés muriendo, tampoco es que seas don Chon el carnicero, al que un día no vuelves a ver y solos sabes de él que sus hijos vagos y sus sobrinos se andan matando por unos terrenitos intestados que dejó más allá de Torres de Potrero. Nada, sigues vivo y te queda para rato, pero de que todo está más fregado, lo está.

Tierra

Y si seguimos con señas de envejecer, otra es la cantidad de tonterías que se empiezan a cometer como si fueran maldición. Tonterías chiquitas, pero fastidiosas. En mi caso, es que desde hace años me he empezado a manchar con mostaza. Puede ser al vino blanco, de Dijon o la clásica súper amarilla estilo gringo que es mi favorita, pero basta que me acerque ella para terminar con manchas en los vaqueros o la camisa, o la barba. O, más comúnmente, en los vaqueros, la camisa y la barba. Manchas amarillas, pequeñas y grandes que marcan mi torpeza y, que yo recuerde, antes no sufría.

Marte

Claro que tú no lo ves, o casi no, pero la vejez te agranda las orejas y la nariz, la cabeza empieza a tomar una extraña forma bulbosa y de repente tienes joroba, o redujiste tu estatura en tres centímetros, o te están creciendo los pies. Tu cuerpo decide tomarse licencias artísticas y empieza a parecerse al de Xuan Cabritu de manera irremisible, lo que además se agrava con el problema de la ropa que debes usar. Si sigues con la de siempre, te ves desaliñado; si optas por algo deportivo, te ves desaliñado; la elegancia te hace ver desaliñado.

Cinturón de asteroides

Pero lo peor de lo peor de la vejez no es nada de eso. Es la bola de gente bien intencionada que habla de ti y los de tu generación. “Es que ellos sí sabían trabajar”, “es que ellos aprendieron a no quejarse”, “es que ellos sí eran fuertes”, y después rematan diciendo: “hay que cuidar nuestros adultos mayores”, “me duele el corazón ver a nuestros viejos haciendo cola”. Con todo respeto, o con ninguno, la verdad que no hagan lo que los becerros. No necesitamos que nos tengan lástima, solo que nos dejen en paz.