Señor, danos la PAZ

Por Sigifredo Noriega Barceló

  • Entonces florecerá la justician y una paz grande hasta el final de las lunas”
    (Sal 72,7)
  • Hermanos y hermanas, hombres y mujeres de buena voluntad: la paz de Dios esté con ustedes en esta Navidad y en todo momento.

Zacatecas,(24-12-2022)

1.-El día en que Jesús nació, una multitud de ángeles alababa a Dios diciendo “¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!” (Lc 2,14).

Este cántico, presenciado por unos cuantos pobres pastores, ahora es proclamado por nosotros en
esta hora del mundo. La paz viene del cielo, pero también es tarea de quienes la han recibido; es un don
de Dios y, a la vez, una obra de los hombres.
Hoy somos nosotros, quienes debemos gritar y construir la paz; Dios se complace en nosotros, sin
distinción de género, edad y raza. El nacimiento de Jesús nos invita a hacer memoria del amor que nos ha
creado y redimido para llegar a ser hermanos que irradien amor y contribuyan, día a día, a la cultura del
amor como condición para una paz verdadera y permanente. Lo sabemos bien: la paz no es solamente
la ausencia de guerra y de conflictos.

La paz es mucho más y ha de ser construida pacientemente, con una fe y esperanza inquebrantables.

2.- El Recién Nacido ha venido para ser nuestra paz y, así, darnos la paz todos los días del año y de la vida. Se trata de la paz que se construye y forja con base en la libertad, la justicia y la dignidad, la verdad y el amor.
La paz es salud, prosperidad, armonía, la dicha en plenitud; es fruto del orden. Éste, en la sociedad
humana, debe fundarse en el respeto de la dignidad única de cada persona y en la aceptación de la
trascendencia de Dios.
Navidad es buena noticia porque toca estas fibras, las más hondas del ser humano. Despierta en él los
sentimientos que acercan a los seres humanos y los invita a volver a soñar en un mundo reconciliado,
solidario y fraterno. El sustantivo que origina la palabra “paz” (eirene) significa unir. Paz es lo que está
reconciliado, unido.

Como cantamos en Navidad, el Recién Nacido ha reconciliado el cielo con la tierra, lo divino y lo humano. Él es nuestra Paz.

3.-Vivimos esta Navidad en medio de grandes retos, dificultades y posibilidades. Las secuelas de la
pandemia todavía se dejan sentir en dolorosas ausencias de familiares y amigos y en todos los ámbitos de la vida social. Además, la violencia fratricida, la pobreza creciente y una polarización que confronta y divide a familias y pueblos, siguen amenazando con destruir la paz social construida con tantos esfuerzos por nuestros antepasados. Si la paz es un signo del Reino de Dios en el mundo, la Iglesia debe contribuir y colaborar desde su ámbito para que sea una realidad.
Contemplar al Niño Jesús, recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre, es un llamado urgente a involucrarnos en la búsqueda de caminos comunes que nos conduzcan a vivir y a convivir en paz. La Iglesia cumple una parte esencial de su misión al hacer más visible la paz del Reino de Dios entre
nosotros. Si lo hacemos con oportunidad y audacia, florecerá la justicia y cultivaremos y cosecharemos la
paz anhelada, como manifestación de la palabra y la acción de Dios en medio de nosotros. Contemplemos con humildad el escenario de Belén; ahí descubriremos que el trabajo humilde, hecho en
equipo, revalora a todo ser humano, lo anima e impulsa a ser un constructor de la paz, en espíritu y
en verdad. Así cantamos y cantaremos la gloria de Dios.

4.-Celebremos con esperanza y especial alegría esta Navidad, portadora de la paz grande hasta el final de
las lunas. Agradezcamos a quienes nos han regalado y transmitido esta fe sencilla que abre horizontes
grandiosos de paz y amor, por estar firmemente anclada en el Reino de Dios, a cuyo servicio se
encuentra la Iglesia. Comprometámonos a ser agentes de reconciliación y portadores de la buena noticia de la justicia que florece en aquel que está recostado en el pesebre de Belén.
Tengamos confianza. Dios ha venido a habitar en y entre nosotros. Entreguemos lo mejor de nosotros
mismos para construir una justa y verdadera paz social.
¡Feliz Navidad!
¡Feliz y comprometida Navidad!
¡Feliz, comprometida y sinodal Navidad!


El autor es Obispo de la Diócesis de Zacatecas