Películas clásicas, buenas malas e irreverentes para semana santa

Mercurio

Ciudad de México,(18-03-2024).-La semana santa, festividad cristiana (y católica, para los que tienen trabajo en entender que los católicos también son, evidentemente, cristianos) se ha convertido, al menos en México, en la temporada vacacional por excelencia. La gente olvida, unos más otros menos, sus deberes religiosos (lo que yo no critico pues esas son festividades que no me afectan, y solo lo anoto). Sin embargo, para aquellos que tienen tiempo libre y les gustaría no desligarse demasiado del espíritu de la temporada, me gustaría sugerirles algunas películas propias de la ocasión. Algunas son muy malas, otras son sarcásticas, pero ya decidirán ustedes.

Venus

Empezamos con El mártir del Calvario (Morayta, 1952), un tremendo drama en blanco y negro protagonizado por un muy arquetípico Jesús de Nazaret, Enrique Rambal, valenciano más europeo que la Puerta de Alcalá y tan piadoso y dulce que se cuenta que algunas personas han sufrido diabetes después de ver el filme. María Magdalena es Alicia Palacios; Lázaro, Manuel Dondé; Consuelo Frank, la virgen María, y Manolo Fábregas es nada menos que un temible y muy malvado Judas Iscariote. En la cinta Fe, esperanza y caridad (Bojórquez, Alcoriza, Fons, 1974) en su segmento “Esperanza”, un productor de espectáculos populares crucifica a un Cristo (representado por Milton Rodríguez) quien muere por causa de los clavos que se usan para dar realismo en la escena y que de alguna manera es un homenaje (involuntario, tal vez) al hecho de que Rambal cargó una cruz pesadísima de madera para la película. Por cierto, la imaginería construida para El mártir… es la que se emplea en la famosa pasión de Cristo de Iztapalapa (CDMX). La película tiene la dosis necesaria de simplismo, santurronería y antisemitismo para el gusto de la época. Otro dato curioso es que el director Morayta fue capitán Republicano que se asiló en México, donde se convirtió en cineasta.

Tierra

Jesucristo Superestrella (Jewison, 1973) es una película musical basada en el musical de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice. La cinta fue muy popular en México, sobre todo en las clases medias urbanas, porque presentaba un Jesús más cercano a la gente que lo que se acostumbraba en la época. Tal vez, ahora nos parezca que el elenco se asemeja a una banda de hippies de San Francisco, pero en esos años muchos sectores religiosos y conservadores se quejaron de la cinta y afirmaron que la película era irrespetuosa, que negaba la divinidad de Jesús y que no era más que propaganda protestante. La historia se centra en las visiones encontradas de un Judas (Carl Anderson), por cierto, afroamericano, quien supera en fuerza actoral, interpretación, dramatismo y todo lo demás a un muy rígido y sufrido Jesús (Ted Neely). También, es importante notar que el Judas no es el malvado llevado por la codicia de la historia tradicional, sino un revolucionario sincero, pero tal vez poco realista, que busca que el Mesías libere a su pueblo del yugo romano. Quizá, lo más memorable para la gente de mi generación sea la canción I don’t know how to love him (Loyd-Weber) conocida en Latinoamérica como “No sé cómo amarlo” donde María Magdalena (Yvonne Elliman) confiesa su amor por Jesús.

Marte

Si hay una película terrible en esta lista es, a mi modo de ver, es The Passion of the Christ (La Pasión de Cristo) (Gibson 2004) en la que el actor de acción australiano se deja llevar por sus delirios místicos alimentados por los delirios de la beata Ana Catarina Emmerik quien vivió entre los siglos XVIII y XIX en (dónde si no) Alemania y padeció delirios místicos durante gran parte de su vida en los que aseguraba que Dios en persona le hacía ver episodios de los Evangelios para poder contar exactamente la manera en que habían ocurrido los hechos bíblicos relacionados con Jesús y que, misteriosamente, refuerzan la visión más tradicional y añeja de la interpretación católica, con antisemitismo tan afín a Mel Gibson incluido. A pesar de los muchos millones de dólares invertidos y a la aseveración de que se trata de una identificación totalmente realista de la historia, la cinta falla, precisamente, en muchos aspectos relacionados con esa afirmación. Para empezar, los romanos en la cinta hablan latín… cuando es sabido que el idioma que empleaban en esa parte del Imperio era el griego, lo que está perfectamente documentado. Tal vez, los soldados pudieran comunicarse entre ellos en latín, pero oficialmente es muy improbable que esto ocurriera. De los otros idiomas usados en la cinta, los judíos utilizaban el hebreo en su liturgia, pero el arameo era la lengua cotidiana. Tampoco es probable que, como lo retrata la hagiografía Occidental, Jesús usara el pelo largo (que solo hacían ciertos grupos místicos judíos) sino corto (aunque sí con barba) y, definitivamente, no parecía estadounidense, como James Patrick Caviezel. Tampoco los condenados cargaban toda la cruz, como aparece en esta y casi todas las películas de su tipo, sino solo el travesaño; se les colgaba totalmente desnudos, y muchos detalles más que sin importantes precisamente porque el director de la cinta señaló que lo eran.

Cinturón de asteroides

Ben-Hur (Wyler 1959) es una película basada en la novela de Lew Wallace que narra una historia romántica de un noble judío (completamente alejado de la historia) llamado Ben Hur (Charlton Heston) que es condenado a la esclavitud traicionado por Messala, un romano muy malo. Como buen héroe campbelliano, Ben Hur hace proezas que le permiten escapar de la prisión y hasta participa en una carrera de cuadrigas, que se ha grabado en los recuerdos colectivos de nuestra civilización. Como Ben Hur ve a Jesús crucificado (obvio, en Jerusalén, no en una alucinación) entiende la gracia del perdón. El malvado romano Messala (Stephen Boyd) es uno de los mejores villanos de la historia del cine. La actuación de los protagónicos, junto con la excelente dirección de Wyler convierten la película en una obra de arte (o, al menos, en algo cercano a eso), además de que contribuye a la idea que la persona promedio tiene de los romanos imperiales. Sin embargo, la cinta, como fiel representante de la cultura Occidental de mediados del siglo pasado, estereotipa a judíos y árabes y los convierte en poco más que caricaturas. Aunque la película es una épica impresionante, algunos críticos han señalado que la representación de los personajes y la cultura judía en la película puede ser simplista o estereotipada. La película debe verse como una obra clásica del cine, no compararse con las producciones modernas, a riesgo de que nos parezca aburrida y con efectos poco convincentes.

Júpiter

Para culminar este especial de semana santa tenemos Monty Python’s Life of Brian (La Vida de Brian) «, (Jones 1979) y se presenta, como es lo esperado en la producción de los británicos Monty Python, como una sátira irreverente que se burla de la religión, la política y la sociedad. La película sigue la vida de Brian Cohen (Graham Chapman), persona genérica que nace en el mismo establo que Jesús, por lo que todos lo confunden con el Mesías, lo que lleva a Brian a serie de absurdas y hilarantes situaciones mientras trata de desesperadamente proclamar su propia individualidad en medio del caos religioso y político de Judea. El elenco de Monty Python, incluyendo a John Cleese, Terry Gilliam, Eric Idle, Terry Jones, Michael Palin y Chapman, dan vida a una serie de personajes extravagantes y memorables, con un humor frenético, en ocasiones demasiado british (con gusto a té, bagels y fish and chips, por supuesto) que llega a ser subversivo. La película una crítica mordaz a cierto tipo de religiosidad anquilosada, la idolatría y el fanatismo, pero también es una celebración de la individualidad y la libertad de pensamiento. Realmente esta es una película inteligente y divertida, que también servirá para reflexionar.