Por Gabriel Páramo///Ágora Digital

Mercurio

Ciudad de México,(12-02-2023).-Como nunca antes en la historia, la presencia del ser humano en el espacio, aunque sea en el modesto entorno de nuestro Sistema Solar, es impresionante. Además de exploradores en Marte, nuestras naves espaciales, enviadas por China, Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia abarcan desde las más de 22 unidades astronómicas del Voyager 2, a orbitadores en Venus, Mercurio, la Luna y muchos otros puntos del espacio.

Venus

Desde el lanzamiento del primer Sputnik en 1957 por la Unión Soviética, hasta nuestros días, hemos aterrizado en Marte, Luna, Venus y un comenta; nuestras naves han visitado todos los mundos del Sistema Solar, incluyendo Plutón, y recabado una cantidad de información casi inconmensurable acerca del nuestro principio y, también, nuestro final.

Tierra

Los satélites artificiales son vitales en telecomunicaciones, sistemas de localización, estudios geológicos, astronómicos y climatológicos, al grado que se puede decir que nuestra civilización depende en gran medida de ellos. La exploración del espacio también tiene una faceta, grande y ominosa, en las actividades militares, en la que los satélites funcionan como sistemas de alerta, de detección de actividades “sospechosas” e, incluso, como posibles desencadenantes de ataques nucleares.

Marte

Aunque de manera bastante modesta, nuestro país también ha participado en el envío de artefactos al espacio. En los años 50 y 60 del siglo XX, el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Autónoma de San Luis Potosí lograron el despegue de cohetes que llegaron al espacio; en los años 80 se enviaron los satélites Morelos, en cuya construcción participaron técnicos y científicos nacionales, y Rodolfo Neri Vela se convirtió en el primer astronauta mexicano en una de las misiones del transbordador espacial. Para los años 90, la Universidad Nacional Autónoma de México logró poner en órbita el UNAMSAT B, en 1996.

Cinturón de asteroides

En México la ciencia se trata como un asunto de segundo grado, de menor importancia. Para cualquier país es importante el desarrollo tanto en ciencia como en tecnología ya que da, primero que nada, cierto grado de independencia al poder generar este tipo de utilidades o productos por cuenta propia. También promueve el desarrollo de la sociedad en general y genera no solo fuentes de trabajo más estables sino mucho mejores. Se debe dejar de pensar en ser un país que solo manufactura la tecnología de otros para atreverse a desarrollar, invertir, crear e innovar por nuestra cuenta.