«Urge dignificar trabajo doméstico»: Zayra Morales

Por Gerardo Romo/// Ágora Digital

  • Las personas que realizan el trabajo doméstico en México, se encuentran ente los grupos más vulnerables
  • Hay 1.8 millones de trabajadoras del hogar que realizan quehaceres de limpieza y otras actividades complementarias
  • La forma correcta de nombrarlas es, trabajadoras del hogar

Zacatecas,(27 -03- 2023).- El trabajo doméstico en México que realizan las mujeres está entre los de mayor vulnerabilidad», alertó la especialista Zayra Yadira Morales Díaz.

De acuerdo con datos del CONEVAL en 2018, explicó, las personas que realizan el trabajo doméstico son de los más desprotegidos de la población ocupada, registrándose importantes brechas en el acceso a un trabajo digno.

Algunos factores precursores de la vulnerabilidad de estas trabajadoras se encuentran en el género, clase, etnia, migración, entre otros estereotipos que tienen que ver con la instrucción.

En México, de acuerdo al INEGI, refirió la especialista hay 1.8 millones de trabajadoras del hogar que realizan quehaceres de limpieza y otras actividades complementarias; en promedio trabajan 30 horas a la semana con un ingreso de 38 pesos por hora.

La edad promedio de las trabajadoras domésticas es de 44 años, aunque un 75 por ciento tienen entre 30 a 59 años. Su nivel de escolaridad es de secundaria.

Datos generales arrojan que, de cada 100 trabajadoras, 99 prestan sus servicios sin un contrato escrito, solo 4 de cada 100 tiene servicios de salud, y 28 de cada 100 tienen algún tipo de prestaciones, como aguinaldo y vacaciones”.

Luego de hablar de la vindicación de los derechos de las trabajadoras del hogar, de la forma correcta de nombrarlas, que es: trabajadora del hogar; de las diversas luchas por sus derechos; de la Reforma a la Ley Federal del trabajo y a la Ley del Seguro Social para este sector, subrayó que existen diversas categorías sobre el salario justo para estas trabajadoras, por ejemplo:

La categoría 1, detalla que las personas que hacen actividades de limpieza general como barrer, trapear, sacudir, aspirar, limpiar vidrios, limpieza en áreas comunes o limpiezas profundas que es mover muebles, cuartos de juegos, etc., su salario debe ser de 400 por día, con un incremento anual de 40 pesos.

La categoría 2, indica que, si la trabajadora del hogar además de desarrollar las labores de la categoría 1 desarrolla otras actividades como lavado, planchado, cuidado de mascotas, entre otras, su salario corresponde a 480 con su incremento anual, ya referido.

En la categoría 3 que se incluye labores como mayordomo, ama de llaves, cocinera, cuidados de enfermería, adultos mayores o menores, su salario debe ser de 550, con incremento anual de 55 pesos. Y en la 4, donde la trabajadora puede hacer lo citado en las categorías 1,2,3 tienen certificaciones profesionales y recomendaciones de sus trabajos anteriores, donde pueden preparar alimentos de alta cocina, cuidadora infantil certificada u enfermera con estudios, pueden pedir un salario de 600, con su incremento de 60 pesos.

La investigadora explicó que no fue la economía sino las teóricas feministas, quienes abrieron un campo de discusión sobre lo que sucede en la vida privada desde múltiples visiones, “esto tiene que ser discutido por política, la academia y por la Ciencia Política”, dijo

“Nos dimos cuenta de que existe un tipo de epistemología que pone énfasis en que no es un  asunto realmente de la economía, sino que se trata de un asunto sin importancia, donde la economía sólo se ocupa de ver si se pasaba de nivel macro a nivel social, es decir de puertas para fuera, pero no lo que pasaba al interior de los hogares”, señaló

En el caso específico del trabajo doméstico remunerado, dijo, ha habido muy poca teorización. “Se habla mucho de la importancia del trabajo de los hogares, del trabajo que hacen las mujeres, e incluso, en el margen de la pandemia por COVID se habló de cómo se agudizaron los casos de violencia en los hogares y demás; no obstante, hay poca información de las mujeres que trabajan de forma remunerada, siempre se ha pensado que son mujeres que están en condiciones especiales, y que son consideradas de segunda categoría porque trabajan bajo el régimen de entre empleadas y empleadoras. Las propias leyes, no han tenido una regulación sobre el trabajo doméstico remunerado y todo pasa por acuerdos verbales”.

Debido a ello, la ponente comentó que cuando se habla de violencia estructural, es porque existe un sector vulnerable y empobrecido. “Es un problema sistémico por cómo se tiene conceptualizado el propio trabajo en los hogares, no las vemos como trabajadoras al mismo nivel de otras y otros, tienen condiciones especiales”.

Por ejemplo, manifestó Morales Díaz, en el contexto latinoamericano, en este trabajo se valora de manera escasa a las personas que realizan el aseo, tienen bajos salarios y altos niveles de informalidad, el promedio de edad es más alto que en otras ocupaciones porque no tienen  acceso a la jubilación y tienen que trabajar hasta avanzada edad, no tienen acceso a los mismo derechos que trabajadoras de otros sectores, en muchos países las mujeres afrodescendientes, indígenas, migrantes y rurales, enfrentan las peores condiciones laborales que los hombres de igual origen.

En ese sentido, la experta en temas de economía feminista y violencias estructurales de las mujeres, destacó que México está dentro de los países más desprotegidos en este rubro, “más de 75 por ciento de las mujeres de la región trabajan en el empleo doméstico en la informalidad; en cambio Uruguay, es el país con mayor cobertura en el sistema de seguridad social, cuenta con un 70 por ciento de personal afiliadas al Banco de Previsión Social. Y los países con menor cobertura son: Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay y Perú”.  

Finalmente, la también especialista en Economía Política del Desarrollo y en Estética y Arte, aseveró que la concepción que se tiene del trabajo doméstico debe transformarse, “las personas debemos ser conscientes que el cuidado debe ser esencial, y los gobiernos deben hacerse cargo para que estas condiciones cambien, ya que hay reformas que hasta el momento no han tenido impacto”.

Sin duda, todas estas aportaciones académicas son un parteaguas en la lucha por la dignificación de estas ocupaciones que realizan casi en totalidad las mujeres.