Un año dándole voz a los desaparecidos en Puebla

ladobe /// Aranzazú Ayala Martínez @aranhera

El colectivo La Voz de los desaparecidos en Puebla cumple 1 año este 30 de agosto. En apenas 12 meses ha reunido a más de 40 familias, organizado foros regionales, impulsado la creación de una ley estatal en materia de desaparición de personas y ha visibilizado el tema de los desaparecidos en la entidad

María Luisa y el colectivo: Juan de Dios, Abraham y Vicente

“A mi no me importaría empezar de cero, así con lo que tengo ahorita nada más, pero con mi hijo. Que me devolvieran a mi hijo”. 

María Luisa Núñez Barojas tiene la voz firme, sus palabras van directo al grano: lo que quiere es encontrar a los seres queridos que han perdido miles de familias en Puebla, empezando por su hijo Juan de Dios. No titubea, su  mirada fija, enmarcada por lentes y cabello corto, no se ha desviado de esa meta. Después del primer año de búsqueda, María fue una de las fundadoras del colectivo “La Voz de los Desaparecidos en Puebla” junto a familias en la misma situación que ella. 

El colectivo cumple un año este 30 de agosto de 2019, y en ese tiempo ha reunido a más de 40 familias, impulsado la creación de la comisión local de búsqueda y trabajado en un primer borrador para la Ley estatal en materia de búsqueda y desaparición de personas.

El 30 de abril de 2017 fue el último día que María Luisa escuchó la voz de su hijo. Esta historia empieza como tantas otras historias de terror en México: con una última llamada, una última conexión al whatsapp, con una promesa de regresar temprano, con una rutina rota, con una espera que se alargó demasiado.

Juan de Dios, originario de Palmar de Bravo, iba con sus amigos Abraham y Vicente Basurto Linares, vecinos de Cañada Morelos, de regreso a su casa. Juan le marcó a su mamá diciéndole que había un retén y que no los dejaban pasar, que se irían por un camino vecinal y no tardarían más de media hora. Pero ninguno llegó. 

María Luisa y Lucía Linares, mamá de los hermanos Abraham y Vicente, empezaron la búsqueda en hospitales, en parajes, en casas. “Hicimos una búsqueda con familiares, conocidos, amigos, en las brechas, barrancas, en los pozos abandonados, los Semefos, las comandancias de toda la región, Fiscalía, hospitales, pensando en todo, piensas en todo”.

Pasaron 7 meses y al ver que la investigación de su hijo no tenía ningún avance, pese a que ella aportaba datos importantes que la Fiscalía General del Estado (FGE) ignoraba, en septiembre de 2017, con apoyo de la asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en México (AFADEM), interpuso una queja ante la ONU.

La comisión de Desapariciones Forzadas de las Naciones Unidas emitió recomendaciones directamente a la Fiscalía de Puebla, señalando diversas omisiones, como que un año después de la desaparición, la camioneta a bordo de la que iban los tres jóvenes no tenía reporte de robo, y que no se le dio seguimiento a la geolocalización del teléfono de Juan de Dios, de lo cual su mamá dio parte a las autoridades. A raíz de la impunidad nació el colectivo.

“Fue en mayo de 2018 más o menos (…) al ver que en Puebla todos los días se incrementaba el número de desapariciones y yo volteaba hacia todos lados buscando algún colectivo, coordinación, alguien, alguien que pudiera ayudarme, y la verdad es que a donde volteara no encontraba nada. Entonces vi que era necesario que como familiares nos buscáramos y  acompañáramos unos a otros, y para visibilizar el problema.”

María Luisa empezó a contactar a familias de desaparecidos por redes sociales, y esas familias conocían a otras más, y así en cadena se empezaron a sumar. Al día de hoy son 40 familias que tienen una misma meta: obligar a las instituciones para que los atiendan y cumplan con su responsabilidad de investigar. Que busquen y encuentren a sus familiares.

Cada vez más desaparecidos

Los datos públicos disponibles más actualizados de personas desaparecidas son los del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), que dan cuenta hasta abril de 2018 de 2 mil 069 personas desaparecidas en Puebla, dejando a la entidad en octavo lugar nacional en desaparición de personas, por debajo de Tamaulipas, Estado de México, Jalisco, Sinaloa, Nuevo León, Chihuahua y Sonora. Sin embargo no hay datos enteramente confiables pues la cifra negra de denuncias de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), realizada por el INEGI en 2017, se estima alrededor del 93%. De estas denuncias 1023 son de hombres y 1046 de mujeres.

Mary Ayuzo es la mamá de Brandon Ramírez, un joven de 20 años que un domingo salió a Ciudad Universitaria a jugar futbol pero sus amigos no lo vieron llegar y tampoco regresó a casa. 

Foto: Marlene Martínez

Mary es una señora de estatura baja y ojos muy brillantes, con la voz llena de coraje. Su vida ha cambiado por completo desde que Brandon desapareció el 12 de junio de 2017; pues para dedicarse a buscarlo tuvo que vender su casa. Mary continúa esperando ver a Brandon entrar por la puerta cualquier día, por eso se unió al colectivo, el cual se ha vuelto una especie de familia externa, con quien se acompaña en el dolor pero también en la búsqueda y en el apoyo mutuo.

Dentro del colectivo también hay quienes buscan a sus hijas. La capital del estado fue hasta 2018 primer lugar nacional en desaparición de mujeres adolescentes, de acuerdo con un análisis de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).

Como Nadia Guadalupe Morales Rosales, de 17 años, que salió de su casa el 27 de octubre de 2017 de la colonia Lomas de San Miguel rumbo a su escuela, en el centro de Puebla, y no regresó a casa. 

Sus papás se enteraron después que nunca llegó a clases, y que las cámaras de vigilancia colocadas en la vía pública que pudieron dar pistas sobre Nadia, no servían. No había nada ni nadie que pudiera ayudarles a localizar a su hija.

A los papás de Nadia, Vicky y Javier, les dijeron en la Fiscalía que no se metieran a un colectivo porque eso iba a entorpecer la búsqueda, pero sólo así, dice la señora Vicky, es que han avanzado.

Foto: Marlene Martínez

Uniendo fuerzas contra la adversidad

La constante en las historias de búsqueda de todas las familias es que han tenido que hacer prácticamente todo el trabajo de las autoridades, desde llevar personalmente los oficios, sacar los copias e imprimir sus propios expedientes, porque en las oficinas les dicen que no hay tinta ni hojas suficientes.

 “Seguro se fue con el novio“, “andaba en algo“. “Seguro ya lo tienen trabajando“, “seguro ya vendieron sus órganos“. “Necesitamos que usted lo vaya a entregar, usted imprímalo, tráigame las fotos. Avíseme qué ha investigado esta semana, ¿a poco no tiene avances?“ “¡Cómo vamos a saber dónde está si tenemos mucho trabajo!”.

Las frases se repiten una y otra vez en los testimonios de las tías de Michel, de la mamá de Juan de Dios, el papá de Nadia, la hermana de Ángela Paola, el hermano de Miguel, la esposa de Valentín, la hermana de Olivia… 

Foto: Aranzazú Ayala

Las travesías de los integrantes del colectivo han durado desde uno hasta once años, como en el caso de la desaparición de José María Sedano, visto por última vez en Puebla capital en abril del 2008. 

Durante estas búsquedas las familias se han topado con pared y han tenido que hacer ellos todo el trabajo de investigación además de soportar equivocaciones y atropellos.

Como en el caso de las tías de Michell Jiménez Toxtle, de 21 años, desaparecido en San Andrés Cholula en 2016: en la Fiscalía le pidieron la sábana de llamadas dos veces a la compañía de teléfonos equivocada.

La mayoría de familias se han sumado para hacer un frente común porque “es más fácil que les hagan caso si son más”, y porque sienten un respaldo y un acompañamiento. Además, María Luisa les da asesoría legal y ahora cuentan con el apoyo de un despacho de abogados que de manera gratuita les acompaña.

Las hermanas de Raúl, por ejemplo, no sabían cómo continuar la búsqueda de su hermano, quien hasta ahora sólo saben que fue, presuntamente, víctima de secuestro. 

Al pie de la laguna de Alchichica, en un improvisado puesto de tacos en una caseta de metal, estaba Sara, la hermana de Raúl, repartiendo los carteles y pidiendo permiso para pegarlos. A través de esas hojas fotocopiadas con la foto de Raúl Vázquez Montiel, desaparecido el 4 de septiembre de 2018, llegaron hasta el colectivo y ahora en cada ocasión van a las marchas y concentraciones. Les resulta más fácil saber qué pasos seguir, qué documentos pedir y también se saben acompañadas en esta travesía por tantas otras familias.

Actualmente, ya casi ninguno de los miembros del colectivo van solos a la Fiscalía.

Foto: Marlene Martínez

Desde el año pasado, cuando se creó la unidad especializada en desaparición de personas en Puebla, cada una, dos o tres semanas se ve a María Luisa con algunos otros familiares acompañados por los abogados solidarios afuera de la agencia que está en la avenida 11 sur, justo frente al Servicio Médico Forense (Semefo), del otro lado de la calle.

Pese a la cercanía física del Semefo con la Fiscalía, su comunicación parece nula. Han sido las familias del colectivo quienes tienen que ir al edificio a preguntar, a insistir para reconocer cadáveres, para dar las señas particulares y para saber si su ser querido ya fue hallado sin vida.

Tras el reciente hallazgo de dos fosas clandestinas en Huejotzingo, algunos de los familiares no se despegan del Semefo, como Juan Cante, originario de San Martín Texmelucan, cuyo hermano Miguel desapareció en Huejotzingo.

Miguel Ángel Cante Castro era taxista y tenía una impecable rutina de trabajo manejando el vehículo que era propiedad de su hermano, y en sus días de descanso se quedaba en casa con sus hijas o las llevaba a pasear. El no tener antecedentes delictivos ni conductas reprobables fue una de la razones que la FGE le dio a su hermano Juan para justificar la falta de investigación. “Que como no andaba en nada no tienen de dónde empezar a investigar”, dijo Juan en entrevista.

El taxista desapareció el 25 de agosto de 2018 y aunque salió de San Martín Texmelucan, su unidad fue hallada en Huejotzingo. Esto provocó una manifestación masiva de sus compañeros de trabajo y también varios meses de búsqueda por parte de sus amigos y familiares. Juan cuenta cómo decenas de vehículos salían cada semana a buscar en Huejotzingo y San Martín Texmelucan, preguntando en cada localidad, recorriendo cada camino vecinal. 

Respecto al caso, aunque Juan reunió evidencia que daría posibles pistas a la Fiscalía, estas no fueron tomadas en cuenta por la autoridades en San Martín.

Algunas de las personas que forman parte del colectivo no pueden estar presentes tan seguido en la capital por la distancia, como la hermana de Aurelio Alfonso Solís Castañeda, desaparecido desde 2017 en Xicotepec junto con África Quiroga Castro y Roberto Hernández. Los tres fueron vistos cerca de la estación de autobuses del municipio serrano y de ahí nada se ha vuelto a saber de los dos estudiantes y el profesor.

Foto: Marlene Martínez

Los logros y los retos

Aunque ha habido avances en cuanto a plazos, procedimientos y trámites, lo ideal sería que, más que una mejora, los proesos fueran realmente efectivos. Que los familiares no tuvieran que aplaudir que haya más agentes de investigación ministerial para que ya no les toque investigar 650 Carpetas de Investigación a cada uno sino sólo 120, ni la creación de una unidad especializada en desaparición de personas, ni que la entrega de la sábana de llamadas ahora se haga en un par de semanas y no en más de un año.

Cuando desaparecieron Juan de Dios, Abraham y Vicente, ningún medio hablaba de los desaparecidos. Las notas del caso están desperdigadas y aisladas, así como lo estaban los familiares antes de la creación del colectivo. Ahora con las marchas, las mesas de trabajo y ruedas de prensa de la Voz de los desaparecidos, el tema ha estallado en la cara de la sociedad y por fin ha permeado en algunas portadas y medios: Puebla ya no puede ocultar a sus desaparecidos.

Uno de los avances en el tema de la desaparición de personas fue la creación a finales de 2018 de la Unidad de Búsqueda de Personas desaparecidas. Este año inició también el proceso de creación de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas y las bases para la conformación del Comité del mismo. Si bien aún no hay presupuesto ni está todavía en marcha, el gobierno ha dado muestras de interés. 

María Luisa dice que en la FGE pasaron de ser tres ministerios públicos encargados de alrededor de 1800 carpetas de investigación de personas desaparecidas, a ser 12 ministerios. Y si bien el número todavía no es suficiente, sí han visto avances en cuanto al trato y agilidad de algunos trámites como la sábana de llamadas.

Este primer aniversario, que es en la misma fecha que el Día Internacional del Detenido- Desaparecido, será conmemorado con un foro en el centro de la ciudad de Puebla, seguido por una exposición de lonas y repartición de volantes de las personas desaparecidas. El foro es el tercero que se hace en distintos municipios de la entidad, cuya finalidad es difundir los derechos y procedimientos de búsqueda y ofrecer apoyo solidario. La gente se ha mostrado tímida, y todavía reacia a asimilar  que este fenómeno llegó también al estado de Puebla pero pese a la resistencia, dice María Luisa: “hay que seguir”.

Foto: Marlene Martínez

Esta nota y los testimonios que se comparten son los que LADO B obtuvo mediante entrevistas directas con los familiares. Sin embargo son muchos más, no sólo de los integrantes del colectivo sino de las miles de personas en Puebla y México.

*Foto de portada: Aranzazú Ayala