Soy mamá, quiero justicia

Ilustración /// Cath Zúñiga

Por: Anónimo /// Ilustración Cath Zúñiga

Recibí una llamada a mi celular, eran las tres de la mañana, la voz alterada de una amiga me dice directo:»violaron a tu hija».

Me quedé helada, de inmediato me cambié, pensé en mi niña, me quité mi uniforme de paramédica y me trasladé lo más rápido que pude al Ministerio Público. Era la madrugada del 3 de Abril.

Vi a mi hija desencajada en la Agencia del Ministerio Público, sentada, todavía asustada, en shock, le pregunté, ¿qué pasó?, ella no quería hablar.

Pedí como madre de la niña que un médico la revisara, un policía ministerial me dijo que por la hora, no había doctor, que debía esperar hasta que amaneciera. Y que por la Emergencia Sanitaria del COVID-19, menos. Eran las primeras semanas que se había decretado formalmente la Cuarentena en el País.

Por una emergencia sanitaria y la naciente Cuarentena, la autoridad argumentó que no podían atender nuestra emergencia.

Aunque se supone que el Ministerio Público debe estar las 24 horas, no hubo quien atendiera a mi hija, ni un médico que certificara su condición tras haber sido ultrajada, ni alguien que le tomara su declaración.

Una niña adolescente, mi hija fue abusada sexualmente por un joven que le dio un par de cubas de mezcal, la emborrachó y ya con mi hija fuera de sí, compró unos preservativos, estacionó su auto en un mirador y abusó de ella en su carro.

Previamente él había ido a por ella a casa de sus abuelos cortejándola con unas flores, tuvo permiso de salir.

Vivo con 2 de mis hijas, a las que envié a casa de sus abuelos para protegerlas, ya que como paramédica y en plena pandemia lo que buscaba era que estuvieren más seguras y evitar que yo, de alguna manera pudiera ponerlas en riesgo. Trabajo turnos de 24 por 48 horas.

Luego de agredirla, el también menor de edad, dejó a mi hija a unos metros de la casa de sus abuelos.

Mi amiga había hablado al celular de mi hija y el agresor le contestó diciéndole que ella no podía hablar, minutos después mi amiga salió a la calle, vio a mi hija en el carro y la ayudó a bajarse, en ése momento pasaba una patrulla de policías municipales, a quienes mi hija les dijo que el joven la había agredido.

El joven que agredió a mi hija llegó acompañado de su mamá y papá a las 7:30 de la mañana a la agencia del Ministerio Público y acusó a mi amiga de haberle quitado y robado las llaves de su carro.

A mi hija le hicieron una revisión psicológica y médica hasta las 10:00 de la mañana, siete horas después de que llegó a la agencia del MP , ahí la revictimizaron, le hicieron preguntas con morbosidad, la agredían verbalmente, parecía que la autoridad la culpaba de lo que pasó. Nula empatía.

Luego nos mandaron a hacerle un estudio de sangre al Instituto Zacatecano de Ciencias Forenses y la química que estaba ahí para tomarle la muestra, tras fallar varias veces le tronó la vena al intentar sacarle la sangre.

Al final yo misma tuve que tomarle la muestra de sangre a mi hija.

En el laboratorio le dieron la pastilla del día siguiente y los antivirales para prevenir una enfermedad de transmisión sexual.

Tuvieron que pasar tres días para que a mi hija la valorara un médico, quien volvió a revictimizarla y la trató sin sensibilidad.

Continúa la pesadilla

Desde lo que le ocurrió a mi hija no puede dormir, sus pesadillas son constantes. Despierta llorando, no quiere comer, la mayor parte del tiempo la pasa en su cuarto, duerme y duerme, todos quisiéramos despertar y que esto no hubiera ocurrido.

Ella eliminó su perfil de facebook. Se aisló de sus amigas. En este tiempo ha recibido un par de consultas psicológicas vía whatsaap.

El agresor de mi hija, está detenido, pero el proceso en su contra también. La defensa de él ha argumentado que el joven tiene una lesión en la columna, por la que están solicitando que continúe su proceso penal en casa.

Nosotros creemos que hay pruebas suficientes para que el agresor de mi hija sea declarado culpable, pero esta Cuarentena ha servido para retrasar el proceso. Van muy lentos, aún no sé que esperan para dictar sentencia.

En mi trabajo no tenemos el equipo necesario para protegernos al atender a posibles pacientes con la COVID-19, hemos trasladado a por lo menos 6 pacientes sospechosos, con síntomas, vivimos una situación muy difícil.

Deseo con todo mi corazón que mi pequeña niña se recupere de la agresión que sufrió y que se haga justicia, quiero que mi niña recupere la alegría, la confianza y sanen pronto sus heridas, yo seguiré trabajando para que así sea.

Quiero volver a ver películas con ella como lo hacíamos juntas con su hermana, en casa, antes de que todo esto ocurriera, aunque no salíamos mucho de casa, solíamos jugar juegos de mesa, sonreír, comprar algo para comer y disfrutarnos.

Les acabo de comprar un pato a mis hijas, lo cuidan mucho.

Tengo que hacerme la fuerte, no he podido llorar, además, mi situación económica es dura, gano poco a la quincena y debo llevar a mi hija más pequeña a consultas constantes con especialistas.

A a sus 10 años de edad tienen enfermedad renal terminal, aunque estamos con esperanza de que le puedan trasplantar uno de mis riñones, pronto iniciaremos con los estudios.

A las personas nos tocan vivir situaciones difíciles, pero debemos encontrar la manera de sobrevivir, nosotras estamos en casa luchando, no dejaremos de hacerlo, deseando que estos tiempos de turbulencia pasen y llegue la paz que tanto anhelamos, acompañada de justicia. Así debemos continuar esta Cuarentena, y la vida.