Reflexiones desde Júpiter

Ropavieja con chícharos en plato de cromo

Por Gabriel Páramo

Mercurio

Ciudad de México,(15-09-2020).-Leer dos libros casi de corrido, sin pausa porque no quieres dejar de saber qué más te dirán, aunque con temor porque cada vez quedan menos hojas; leer dos libros muy diferentes, pero ambos increíbles es una experiencia que, como alguna vez dijera José Agustín sobre la literatura, supera ampliamente cualquier droga.

Tuve la oportunidad de terminar el libro de cuentos El ataque de los zombis (parte mil quinientos) (Raquel Castro, UNAM 2020) y La noche en la zona M (Alberto Chimal, FCE 2019) y, para empezar, ambos libros y autores siguen pateando mitos terribles que lastran la literatura mexicana respecto a que no se puede hacer terror, humor o ciencia ficción, porque cada uno a su manera, son estupendas muestras de estos géneros.

Venus

El ataque de los zombis, con un sentido del humor que me hace pensar en una niña muy nerd que se fija en todo es punzante, duro, con enamorados muertos, apariciones y críticas a la vida que de otra manera sería aburridamente normal. Se parece en cuanto al estilo, si bien no al tema, al de Tom Sharpe en la serie de Wilt en la que se burla sistemáticamente de la vida académica británica.

El primer cuento de la colección de Castro, “El plan perfecto”, toca el acoso laboral y sus consecuencias, ahora que lo lean se enterarán, funestas para la especie humana. En adelante, no queda tema sin tratarse de manera sarcástica y, en ocasiones, terriblemente melancólica, en la que los fantasmas de familiares queridos y no tanto se mezclan con aves de corral enloquecidas, semimuertos, animales invasores y mutantes.

Tierra

En La noche en la zona M, Chimal nos da una novela sólida, trágica, en la línea del mejor cyberpunk que haya leído. Tal vez, eso no lo sé, inspirada un poco en los cuentos de William Gibson en Quemando cromo, las calles del centro de la Ciudad de México muestran uno de los posibles despertares del sueño ecocida y de culto a la tecnología en el que estamos sumidos en la actualidad.

Con reflejos de Cena en el palacio de la discordia, de Tim Powers, la novela de Chimal habla de las relaciones sociales y de lo frágil que pueden volverse las conquistas de la civilización que se dan por hechas y que se muestran como un frágil barniz en un constructo duro y violento en el que la fuerza y la violencia son los motores de la especie.

Marte

Tanto el libro de Castro como el de Chimal, como lo hace toda obra literaria, sobre todo las muy bien escritas, hablan de la verdad. Como para el ser humano es muy difícil separar lo que pasa de lo que piensa, la literatura es un instrumento de liberación cuando la realidad-real se vuelve demasiado opresiva; la narrativa es la verdadera y primordial experiencia de realidad virtual en la que el ser humano queda inmerso, quizá desde un tiempo perdido en los milenios desde que un grupo de seres pudieron usar su cerebro para contar anécdotas.

Las historias que cuenta la literatura son como los sueños de la humanidad, y como estos, a veces las más terribles pesadillas se vuelven manejables con el simple hecho de poderlas contar, de convertir los miedos en algo manejable. Víctor Manuel Pineda dice, en su libro De la literatura considerada como una taumaturgia, que “la perfección de un texto literario no consiste en su conclusión sino en sus posibilidades de ser interpretado”, y estas dos obras tienen muchas y muy buenas posibilidades de interpretación

Cinturón de asteroides

Para llegar al final de este viaje quiero apuntar que el cuento “El número que usted marcó…” de El ataque de los zombis (parte mil quinientos) me produjo una gran tristeza, una agobiadora nostalgia de los tiempos cada vez más lejanos de mi niñez. No puedo dejar de pensar en ese cuento y en cómo me gustaría tener un teléfono para escuchar la voz de mi mamá, de mi abuelita Margot, de mi abuelita Carmen, de tanta y tanta gente que ya no está conmigo.

Y pienso que qué bueno que haya (conozco un editor que ya me hubiera matado pro los tres “ques” seguidos) cuentos que tengan este poder, porque un poco de tristeza y de nostalgia significan que estamos vivos, que seguimos recordando.