Reflexiones desde Júpiter

Un poquito de certeza

Por Gabriel Páramo

Mercurio

Ciudad de México,(19-08-2021).-Ocurrió lo que muchos temíamos. La gente llegó al hartazgo y ante políticas sanitarias poco claras, órdenes y contraórdenes y falta de resolución, la mayoría de las personas hacen simplemente lo que les viene en gana referente al cuidado y autocuidado por la pandemia.

Algunos seguimos usando al pie de la letra cubrebocas y geles sanitizantes, otros los utilizan como collares o solo para cubrirse la boca (literal) con trapos asquerosos llenos de baba y sudor de días y días. La gente se arremolina en puestos callejeros y come como antes en el metro, que está tan lleno como antes y sale a hacer vida laboral y social.

Al mismo tiempo, muchos se niegan a volver al trabajo, muchos por motivos válidos, mientras que otros más, no lo hacen mientras presumen en redes sociales una vida activa y plena, llena de visitas, restaurantes, fines de semana…

Venus

Mientras la cifra de enfermos y muertos sigue creciendo, autoridades locales y federales organizan festejos por la conmemoración de la caída de la gloria del Anáhuac, la gran Tenochtitlan, que marcó el inicio del mundo prehispánico.

La gente va a al centro a ver un espectáculo de luz y sonido que incluye una réplica a escala del gran teocalli construido no del todo claramente con recursos privados, pero ni de lejos tan caro e inútil como la “estela de luz” calderonista, como acusan irresponsablemente algunos críticos conservadores del régimen actual.

Y, aparentemente, el regreso a clases presenciales es un hecho, aunque, como en todo esto, aún nada está claro ni se ha dicho la última palabra al respecto.

Tierra

En la Ciudad de México todas las tardes y noches llueve. A veces solo es una lluvia corta, helada; otras, el agua fría cae ininterrumpidamente durante horas y algunas veces más, las tormentas, con espectáculo de rayos e inundaciones empapan la cuenca del mal llamado valle de México.

También, a veces en la mañana y al mediodía, hace calor. No el calor de Zacatecas o Morelos, por ejemplo, sino ese calor bobo y húmedo que aturde a los chilangos mientras se mueven en transporte público inhumano o en calles tan desprovistas de sombra como los eriales marcianos.

La gente va, como siempre, entre el ruido, porque con pandemia o sin ella la Ciudad de México siempre es ruidosísima, la humedad y el mal humor latente a hacer sus cosas pensando en la fatalidad que ahora es si se enfermará o no de Covid, si morirá o no.

Marte

Es necesario darnos cuenta de que nuestra vida ha cambiado para siempre, que esta pandemia no solo nos robó momentos, celebraciones y duelos, sino que se llevó un estilo de vida de manera tan radical que, seguramente, en los libros de historia se hablará dentro de algunos años de un antes y un después.

Por eso, pretender adecuar las políticas públicas o la comunicación a querer hacer creer a la gente que todo se arregla es absurdo, falto de respeto. Las cosas no se arreglan, lo que la pandemia rompió no puede pegarse.

Solo queda construir una nueva realidad y tratar de vivirla de la mejor forma posible. Eso incluye pensar que no hay nada como un “regreso a clases”, sino clases presenciales postpandemia, y solo para mencionar un ejemplo.

Cinturón de asteroides

Ante variantes deltas, lambdas o la letra griega que alcancen, lo que se requiere es una política clara y coherente en materia de salud, con cambios profundos, sustanciales. Quedó más que demostrado que el esquema privado no funciona y que los esfuerzos sociales son los que dan resultados. Pues ahora, faltaría organizar un verdadero cambio en ese sentido.

También, es imprescindible que el gobierno asuma una política clara de comunicación, en la que la gente sea informada con efectividad, sensatez y liderazgo. Nadie, al menos no yo, está pidiendo una intervención autoritaria, pero sí claridad y pensamiento racional.

No creo que sea mucho pedir un poco de certeza luego de meses y meses de zozobra. ¿O sí será demasiado?