«No todos los hombres somos malos: Obispo

Por Gerardo Romo/// Ágora Digital

Zacatecas.- Sigifredo Noriega Barceló, obispo de la Diócesis de Zacatecas señaló que el Paro Nacional de las Mujeres convocado para el 9 de Marzo es justo debido a los feminicidios que azotan al País.

Y aunque señaló que como iglesia él no puede decirle a los hombres y las mujeres que apoyen o no, pues ésa es una decisión individual si mandó un mensaje a las mujeres.

«No todos los hombres somos malos”, aseguró.

Y manifestó su solidaridad con las mujeres, en espacial las que han sido violentadas de alguna manera, que por cierto, aceptó, son la mayoría en México.

«Sí apoyo a las mujeres que han sido violentadas, los últimos acontecimientos nos están diciendo que algo muy grave está sucediendo dentro de las familias y también dentro de los ambientes sociales.

Todas las mujeres en su inmensa mayor parte viven esta durísima experiencia de violencia», señaló.

El Paro Nacional de las mujeres, dijo el obispo, ayuda a que tomemos conciencia, más no resuelve el problema de los feminicidios pero sí a que tomemos caminos diferentes para su solución para buscar la paz y buscar un desarrollo humano integral.

«Como iglesia no tomamos una postura respetando a que cada cristiano tiene que tomar su decisión yo no puedo suplir la decisión de cada mujer, de cada hombre, en ése sentido yo no puedo decir apoyo o no apoyo, confío en que la gente tomará la mejor decisión de acuerdo a la invitación que se hace», agregó.

En contraparte, Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Morelia se pronunció a favor de la pena de muerte.

“La alternativa de la pena de muerte puede ser una medida que evite que otros sigan delinquiendo, puede ser una alternativa de sanación, de salud, pero sería una alternativa que sería en el último extremo”, propuso.

Consideró que dicho castigo, debería depender de la gravedad y de la cantidad de delitos que haya cometido el imputado.

“Los hechos violentos, los feminicidios y todas las formas de asesinatos siempre serán muy reprobables. Como iglesia, estamos manifestando nuestra preocupación a todas las formas crueles y agresivas de violencia, sobre todo contra mujeres y contra personas pequeñas, como niñas y bebés, todos estos son hechos muy reprobables, seguiremos insistiendo en que es muy reprobable que esté ocurriendo en nuestra sociedad”, expresó.

...Llama CEM educar en la paz

El brutal asesinato de la joven Ingrid y de la pequeña Fátima, así como las muertes de una bebé llamada Karol y de Mayte Viridiana Aguilar, son crímenes que por su brutalidad nos han dejado perplejos y nos han llenado de dolor y tristeza. A sus papás, familiares, maestros y compañeros, nuestro consuelo y fortaleza, nuestra cercanía y aliento.

En este contexto de violencia, no son extrañas las protestas públicas, pues tan sólo a finales del 2019 se registraron 1006 víctimas de feminicidio. Nos duele profundamente la violencia contra la mujer, que se ha expresado en un nuevo y agresivo rostro visible ante nuestros ojos, en una forma tan cruel que genera desconcierto, dolor, amargura, tristeza, llanto, indignación, impotencia y muchos deseos de venganza.

Ante esta realidad, los Obispos de México levantamos la voz, para dar palabra al dolor y a todos los afectados por él, pues el dolor que no habla gime en el corazón hasta que lo rompe, y deseamos ubicarnos desde la fe para que ofrezcamos presencia en palabras, diálogo y encuentro para abrirnos a la compasión. El grito de dolor de las víctimas de las violencias clama al cielo por justicia. Los cristianos no podemos permanecer indiferentes. Nos urge el celo profético de Jesús de Nazaret.

Esta realidad nos hace enfrentar una auténtica emergencia educativa pues hemos perdido los referentes básicos de la convivencia humana: la verdad, la bondad y la belleza. En México tenemos una visión muy estrecha de la educación, pues suele reducirse al marco de la institución escolar. No negamos la importancia de ella, pero no es suficiente.

Reconocemos la necesidad de una base educativa que implique la vida familiar. La indispensable instrucción sobre las ciencias, con la conciencia de que las disciplinas que se presentan en las escuelas, no pueden sustituir la educación que la familia puede dar.

La urgencia de justicia, paz y misericordia tiene que traducirse en estilos de vida y de desarrollo humano que posibiliten una vida digna para todos. Hoy, toda acción social, económica y política tienen que transformarse en un eje central del bienestar de la persona, antes que ideologías, discursos o estadísticas.

Todos somos corresponsables para resolver la crisis de humanidad que enfrentamos: la familia, la escuela, los medios de comunicación, las iglesias -entre otros- somos actores sociales que tenemos una responsabilidad en la misión de forjar una cultura de esperanza y de paz. Nuestros esfuerzos están invitados a sumarse a la responsabilidad del Estado en procurar la justicia y, con sus políticas públicas, respaldar la cultura de la esperanza y la paz.

Cómo Iglesia Católica en México, queremos comprometernos a impulsar la primera infancia como un urgente desafío para procurar, además de su protección, también su desarrollo humano, integral y solidario. Confirmamos nuestro compromiso para hacerlo de manera más acelerada y seria, buscando garantizar que los niños y niñas, adolescentes, así como jóvenes mexicanos vivan con la mayor dignidad y calidad de vida. También nos comprometemos a llevar nuestros Centros de Escucha y nuestros centros de Atención a personas adictas para ofrecer atención a las víctimas de las violencias a cada rincón del país, y ofrecer un esfuerzo por colaborar a restablecer el tejido social, hoy tan dañado, reconstruyendo a las personas y reconstruyendo la integración dentro de nuestra sociedad.

Hacemos un llamado a todos los creyentes y personas de buena voluntad para poner lo que está en nuestras manos e impedir que crezca y se extienda más la violencia, de manera muy especial les invitamos a todos a respetar a las mujeres y reconocer el derecho que ellas tienen, de promover su dignidad, garantizando su libertad e integridad en nuestra sociedad.

Que María Santísima, que sufrió la muerte de su Hijo Jesús, dé paz en el corazón y fortalezca a los familiares de Ingrid, Fátima, Karol y Mayte y a todos los hermanos y hermanas que sufren, Ella nos inspire a todos para sembrar la tolerancia, el respeto, la justicia, el perdón y la paz que necesita nuestro amado pueblo de México.

Con nuestra oración y bendición, por los Obispos de México.

El mensaje es firmado por Rogelio Cabrera López presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y arzobispo de Monterrey.

…Con información de El Sol de Morelia