«El mejor regalo, la vacuna para mi hijo»

Roxana González (centro), "el mejor regalo es que mi hijo reciba la vacuna", acompañada de Cristopher (izq) su hijo de 12 años recién vacunado y su padre, Carlos Vega.

Por Gerardo Romo/// Ágora Digital

Zacatecas,(10-05-2022).-A Roxana González, una joven madre, abogada, la covid 19 le pegó tan duro hace 8 meses que la tuvo al borde de la muerte, hoy vive sólo con un pulmón y tiene dos motivos para sonreír, está viva y su hijo de 12 años, Cristopher recibió la vacuna contra el virus SARS-Cov2.

«El mejor regalo que pude recibir hoy en este día de las madres es que mi hijo esté vacunado, eso me da confianza de que si le llega a pegar la enfermedad estará más protegido», dice la mujer mientras espera a su hijo en uno de los costados del Multiforo donde hoy centenares de niños y niñas acudieron a vacunarse.

Roxana ignora como pudo haberse contagiado de la covid-19, pues casi no salía de casa, apenas y una vez al mes dejaba el hogar para comprar el mandado de los 30 días siguientes. Apenas iba a recibir la primera dosis de vacuna cuando me dio covid, fue muy duro, estoy viva gracias a Dios y al apoyo de mi familia», admite.

Roxana es de complexión delgada, tez morena y con muchas, muchas ganar de seguir recibiendo el regalo de la vida, apenas sale Cristopher del Multiforo y lo abraza. «Estoy bien, más tranquilo ya con la vacuna, no me dolió», celebra el niño con su madre, su padre, Carlos Vega tampoco puede ocultar su gratitud y alegría. «Celebro que mi hijo podrá seguir su vida con más tranquilidad gracias a la vacuna», dice el padre feliz.

Que vuelva el abrazo

Abril es una médica familiar que se especializó en Cuba en otorrinolaringología. después de 2 años un mes de pandemia la calma, parece por fin le recorre el cuerpo y se estaciona en él desde los pies, hasta la cabeza, pasando desde luego por el corazón, su hijo Malcom será vacunado, para ella es motivo más que suficiente de estar feliz.

«¡Hasta que por fin, tengo mucha emoción!», dice la doctora. Y recuerda cómo fue difícil para ella y su pequeño hijo-aunque muy alto- la lejanía que la covid-19 puso entre ambos para evitar que la madre, quien a diario iba al hospital contagiara a su hijo del que entonces por ahí de julio de 2020 era un virus desconocido que sembró terror en todas y todos, en el mundo entero y desde luego, en Zacatecas.

«Los primero cuatro meses Malcom y yo nos veíamos sólo de lejos, fue muy duro para los dos, no me atrevía ni a tocarlo, menos a abrazarlo».

La vacuna espera, le ayude a la doctora a recuperar el afecto contenido por el temor y que el amor que ambos se tienen y que sus amigos cercanos les notan a leguas de distancia puedan seguírselo demostrando con besos y abrazos como lo hacían antes de que ellos y todos nos paralizáramos.

«Aún hoy me siento culpable por abrazar a mi mamá», admite Abril, pues siendo doctora el temor a que en el abrazo pueda llevar un virus que a nadie gusta, es latente, pero poco a poco, la nueva normalidad junto a la confianza por la vacunación masiva esta devolviéndole el afecto que la pandemia arrebató.

Juntos de la mano, después de vacunarse

Reacción psicosomática

Elvira Bañuelos tiene 53 años, es una abuela joven, acompañó a su nieto Uriel Emiliano de 12 años para que lo vacunaran como a ella.

Está esperándolo paciente como el resto de madres y padres a quienes no los dejaron entrar hasta donde están las enfermeras y enfermeros inyectando a la infancia para inmunizarla contra un virus que cobró la vida en Zacatecas de 3,963 personas, en 26 meses de acuerdo al último reporte del lunes 9 de Mayo de la Secretaría de Salud.

Mientras espera, más contenta que nerviosa, doña Elvira, quien es afanadora en la Secretaría de Educación Pública cuenta que su nieto, ama el fútbol y es muy bueno jugándolo, apenas enuncia la cualidad de su niño y salen unas chapitas coloradas.

«Cuando veníamos de camino, todavía no le ponían la vacuna y a mi nieto ya le dolía el brazo y se le durmió», recuerda la abuela a quien ya le pusieron tres dosis de esta vacuna, Cansino, Moderna y Astra Zéneca.

Cuando una emoción no es completamente consiente y puede llegar a ser tan intensa, que el cuerpo lo siente, a esto se le conoce como reacción psicosomática, es lo que le pasó a Uriel.

Pero en general, describe la abuela, Uriel suele ser un niño muy tranquilo, aunque quizá como él nueve de cada 10 de las infantas e infantes formados sentían hormigas caminando en el cuerpo, un poco de nervios, pues. Los adultos y adultas, a quienes vacunaron desde diciembre de 2020 vivieron lo mismo, la incertidumbre ante lo desconocido.

Puerta de certidumbre

Niñas y niños pasan solos

«¡Firmen la hoja de consentimiento, firmen la hoja de consentimiento!», gritaban, exigían las y los servidores de la nación a madres y padres formados.

Esa hoja firmada era el permiso de mamá o papá debían firmar para que sus hijos e hijas pudieran ser vacunados.

Así, las autoridades de salud evitan problemas legales, ése documento es la vacuna institucional del sector ante cualquier eventualidad que pudiera ocurrirle a las infancias ante el biológico Pfizer que fue aplicado.

Hasta el momento ni el Instituto Mexicano del Seguro Social ni las Brigadas Correcaminos han detectado alguna reacción negativa de las niñas y niños menores de 13 años ante la vacuna.

¡Dígales a todos que se vengan a vacunar!, sugiere un Servidor de la Nación a este reportero.

La fila de infantes que quieren vacunarse rodea las instalaciones de la feria, algunas mamás tienen en la mano un par de rosas o un ramo, parece que se las dieron en los festivales que por el Día de las Madres se celebraron en todas las escuelas de la zona conurbada y el Estado.

Una vez que la fila llega a las puertas del Multiforo la instrucción es clara: «Sólo pueden pasar niñas y niños».

A la orden, algunas madres santiguan a sus pequeños y pequeñas. Otras les dan un beso, y los dejan solos aunque no quieran .

«Es por el bien de todos», grita una servidora de la Nación que parece enfurecida, tanto que hasta arrebató a una persona su celular cuando trataba de tomar una fotografía de lejos de las enfermeras inyectando el biológico en los brazos delgados de niños y niñas.

«Me tardé como 45 minutos desde que llegué hasta que salí, aunque he sabido que a muchos la vacuna los ha puesto mal por varios días, confío que no me pase nada, estoy contento», dice Alexis de 12 años.

Alexis confía que una vez que todas y todos sus compañeros estén vacunados puedan volver de lunes a viernes a la escuela y que las cosas poco a poco vuelvan a ser como antes, hoy asiste de manera escalonada una sema lunes miércoles y viernes y la siguiente, martes y jueves.

«La doctora que nos mantuvo en observación 15 minutos después de que nos vacunaron sugirió no asolearnos ni tomar medicamentos, me pudieron la Pfizer», dice.

Recibiendo las cartas de consentimiento

Cambio de hábitos

«El traer a mi hijo a vacunar es un excelente regalo para mi y para él, espero que esta pandemia pase pronto, aunque dicen que tendremos que aprender a vivir con ella», señala Aranzazú Leyva.

Esta madre de familia admite que estos 2 años de encierro por la pandemia a ella y su hijo les vinieron, como diría Andrés Manuel López Obrador como anillo al dedo.

Y es que con el encierro, su hijo que iba mal en la escuela, en estos 2 años pudo regularizarse y retomar un ritmo de trabajo y afianzamiento de conocimientos que no había tenido.

Ella, su madre, emprendió un pequeño negocio desde casa, se metió a estudiar y reencontró el camino al bienestar.

«La pandemia nos cambió hábitos, antes comíamos muy mal y cambiamos nuestra forma de alimentarnos a una más saludable, mi hijo mejoró mucho en la escuela, yo retomé estudios, la verdad la pandemia nos cambió la vida para bien», dice contenta.

Estar en casa para esta madre de familia le permitió un descanso que nunca había tomado, estrechó la relación con su hijo, su vida se pintó de colores. Y hoy además de la vacuna a su infante, esperan que la inmunidad de Pfizer les siga inyectando confianza, vitalidad y buen ánimo. Que así sea para ellos y para todos.

La fila