Día del maestro y la maestra

El maestro y la maestra, protestando, también está enseñando

Por José Filiberto Rivera Medellín/// Ágora Digital

“Templos de la nueva Sofía, esplendorosos como la de Constantinopla y dedicados también a Dios, pero acondicionados para la lectura y la guarda de toda clase de libros, que son cada uno como oración que contiene alguna partícula del misterio sagrado”.

José Vasconcelos Calderón

Zacatecas,(15-05-2022).- Diez décadas han pasado desde que un hombre singular, con una vena pasional que irradiaba compromiso, puso a trabajar, sin descanso, a un equipo de hombres y mujeres con cualidades excepcionales, en una iniciativa de largo alcance que fomentó, como pocas, la consolidación del proyecto nacional de México: la Secretaría de Educación Pública. Hoy, sus frutos todavía se cosechan.

Que las memorias de este destacado mexicano sean motivo para que la vigencia de la Institución que con tanto ahínco creó y defendió, se proyecte hacia un futuro pletórico de esperanza, pues, sin duda, es en la educación donde debe radicar el principal elemento de desarrollo de las sociedades, y la mexicana no puede permanecer ajena a ello. José Vasconcelos decía: “Enseñarnos a vencer la realidad en todos los órdenes, es más importante que enseñarnos la sumisión a la realidad”, premisa en la que Vasconcelos siempre confió y que con esta nueva aparición de sus recuerdos trasciende más allá de su presencia física para otorgarnos una lección de vida que no debemos echar en saco roto.

El Departamento de Desanalfabetización, auxiliado por el cuerpo innumerable de los maestros honorarios, extendió sus actividades por todo el país. Eulalia Guzmán, su directora entusiasta y competente, había creado brigadas. Se trataba de un servicio de emergencia patriótica, les habíamos dicho, y había que proceder como en vísperas de guerra o frente a una calamidad como la peste. Peste es la ignorancia que enferma el alma de las masas. La mejor acción de patriotismo consiste en que enseñe a leer, todo el que sabe, a quien no sabe, manifestaba el apóstol de la educación.

Y llegó el momento en que Eulalia consideró oportuno hacer una exhibición general de los resultados obtenidos en un semestre de trabajos formales. Y giró circulares, obtuvo la colaboración de todos los maestros regulares del país y de todos los particulares aficionados, para celebrar lo que llamó el “Día del Alfabeto”.

En el libro La raza cósmica, Vasconcelos pone en esencia un programa de educación, donde combina al personal académico con la fuerza del misionero al interés máximo de la enseñanza espiritual que redime las conciencias, empezó a mandar grupos de maestros: “uno de artesanías que enseñara a labrar la tierra y a forjar el hierro; otro que fuese artista y pudiese inspirar a la población el gusto de la belleza, único camino que le queda al laico para acercarse a las cosas de Dios, y otro más para que incitase a la acción social y a la colaboración en la obra patriótica; otro, finalmente, para las primeras letras y las matemáticas”.

Maestros de esta índole fueron por tiempo más o menos corto algunos de nuestros mejores poetas y artistas jóvenes. Entre los extranjeros, persona eminente como Gabriela Mistral desempeñó este servicio más de una vez, a lo cual Vasconcelos escribió: “Guardado, en interior discreto y fecundo, su don de poesía superior y revestida de manto apostólico, limpia la intención y activo el paso, Gabriela trabajó más de un año por las aldeas de la República, ejerciendo de maestra rural ambulante, envuelta toda su gloria en rebozo pueblerino, ignorada su fama de aquellos a quienes servía, depositando en cada una de las almas postergadas un grano de fe en la existencia, una brizna de aquellos conocimientos que encienden luz en medio de la desolación y el quebranto”.

Convencido de que todo intento de mejorar la calidad educativa de México debe comenzar por perfeccionar la calidad personal y profesional de sus educadores, Vasconcelos abordó con energía la imprescindible reforma de la profesión docente. Entrevió la importancia de la educación para el trabajo, y propuso su inclusión en el sistema educativo mexicano, se dio fuerte impulso a la enseñanza técnica, industrial y comercial; propició el desarrollo de las artes populares.

Para Vasconcelos la educación consistía en modelar a los hombres para una función social, de tal manera, que la educación no sólo era culturizar a los pueblos, sino que consistía en prepararlos para desarrollar una función dentro de la sociedad; con esa idea pugnó por la transformación de nuestras antiguas Escuelas de Artes y Oficios en modernos institutos técnicos, así pretendía que la Secretaría de Educación Pública (SEP), formara mecánicos, técnicos industriales de todos géneros y todo tipo de trabajadores que aplicaran la ciencia en la industria.

Vasconcelos en uno de sus discursos programáticos señala: “no hablo solamente de la educación escolar. Al decir educación me refiero a una enseñanza directa de parte de los que saben algo, a favor de los que nada saben; me refiero a una enseñanza que sirva para aumentar la capacidad productora de cada mano que trabaja y la potencia de cada cerebro que piensa”.

Quien educa no sólo instruye o ilustra, sino que ayuda a la actualización del potencial humano, que elevándose sobre la materialidad es capaz de transformar el entorno natural y adaptarlo a sus propias necesidades y proyectos. Es gracias a la educación que se supera la ignorancia, que es la causa de la injusticia, y la educación, suprema igualitaria, es la mejor aliada de la justicia.

Educar es un proceso de integración de las antinomias del mundo material con el mundo intersubjetivo de la persona, de la naturaleza y la cultura, del hacer y el inteligir, del fin práctico y el sentido último de la sabiduría; la meta de la educación es el alumbramiento del alma, para que permita el desarrollo del educando; es despertar la conciencia del educando; la tarea educativa no es asunto de unos cuantos, sino de todos los actores sociales, la familia, el estado, los grupos intermedios, las organizaciones sociales y civiles, las escuelas y universidades, pero sobre todo en la relación humana íntima en la que se encuentran cara a cara el maestro y el alumno.

¡Felicidades a todos los maestros hoy en su día!