Crisol universitario

Por Miguel Moctezuma Longoria

La UAZ cambió para seguir igual

Zacatecas,(13-08-2020).-Su actitud conservadora a partir de la eticidad de una sociedad se desenvuelven los procesos de interacción social de una comunidad o institución, cuyas personas interactúan a través del lenguaje.

Cada interacción es procesada, decodificada y comprendida en el pensamiento; entonces, la interacción entre las personas es un proceso que se aprende y comprende, por lo que en cada interacción se procesa reflexivamente.

Este es un horizonte instituido que se reconoce y se valida colectivamente entre los miembros de una sociedad, cuya lectura interpretada es común e inherente a ella.

Entonces, todo proceso comunicativo es decodificado e interpretado, cuya comprensión se comparte y se reconoce intersubjetivamente y a la vez valida, se corrige o se rechaza.

Si esto se instituye en norma de comportamiento, entonces el resultado es la armonía y la cohesión; pero, cuando se disloca, deviene en cuestionamiento.

Hegel en su Filosofía del Espíritu, señala que el sistema de moralidad (system der sittlichkeit) tiene tres fuentes que la alimentan: la reflexividad, la cognición y la solidaridad social.

A partir de ello, Honneth propone rastrear la ética que corresponde a las distintas formas sociales de reconocimiento. Dice que es ésta la que orienta el reconocimiento de los derechos de una comunidad, misma que interactúa reconociendo los valores que la mantienen unida.

Por tanto, a diferencia de otros enfoques teóricos, este autor concibe la historia de la eticidad humana como el hilo lógico para la comprensión histórica de distintas formas de reconocimiento social.

Entonces, esto mismo resulta válido para comprender la negación de derechos o el reconocimiento de una parte de los mismos, bajo la forma de discriminación, exclusión, persecución, etc.

Es esta segunda parte de la hipótesis la que aquí se tratará de develar respecto a la UAZ, cuyo propósito debe leerse como parte de un diagnóstico que oriente las acciones a seguir. Este es el compromiso que se asume. Toda institución tiene sus normas y valores establecidos que son reconocidos como criterios de interacción social. Pueden ser normas escritas o normas tácitas.

El resultado es la certeza cuando éstas realmente orientan la interacción entre autoridades, instancias y miembros de la comunidad. Pero, si las mismas son abandonadas o distorsionadas, conducen a la incertidumbre, lo cual, demanda de soluciones de adecuación. Una forma de resolverlo consiste en volver a la norma, pero, si ésta ha dejado de ser vigente, entones la senda que se demanda es la de una adecuación o reforma basada en la búsqueda de las relaciones consensuadas.

A través del Proceso General de Reforma Universitaria, 1999-2000 se buscó adecuar la estructura académica cuya vigencia estaba reconocida en la antigua Ley Orgánica de 1968. A partir de la reforma a la Ley Orgánica de 2001, las Escuelas y Facultados se reorganizaron en Programas, Unidades y Áreas Académicas.

Según esa reforma, una Unidad Académica debe ser constituida por dos o más Programas Académicos y a su vez, un Área Académica debe ser formada por varias Unidades Académicas. Estos cambios no son sólo maquillaje de nomenclatura, por el contrario, en ello radica un aspecto clave: el tránsito de la disciplina a la multi y trasndisciplina. Este mandato, después de 19 años, sigue sin implementarse.

Dicho de otra manera, se reformó la Estructura Académica y se reconoció ésta en la Ley Orgánica, pero, no se le dio contenido ¿Por qué? Porque la institución no estaba y sigue sin estar prepara para ese cambio. De eso no hay duda: de hecho, de manera frecuente surgen problemas que ameritan resolver esta situación y sin embargo seguimos estancados; es como haber hecho una reforma universitaria para postular el cambio y al mismo tiempo haberse aferrado al pasado.

Veamos el problema de cerca: el modelo multidisciplinar no es la antítesis del modelo multidisciplinar y trasndisciplinar. En esencia, tampoco se trata de dos modelos académicos distintos. Para decirlo claramente: no es posible pensar la viabilidad en un modelo multidisciplinar sin disciplina.

El dominio de varias disciplinas es lo que hace posible la multidisciplina; entonces, se requiere fortalecer la disciplina o el conocimiento especializado para poder avanzar al siguiente escalón.

Esa parte no ha sido comprendida por eso no ha tenido solución. Ahora bien, el modelo transdiciplinario es aún más complejo que el anterior; este tampoco es posible sin el fortalecimiento la disciplina y la multidisciplina, de hecho, se basa en ambas; pero, se avanza de ésta hacia la convergencia multidisciplinar; es decir hacia la síntesis de los saberes.

Estas dos transiciones son las que deben permitir darle contenido a la Unidades y Áreas Académicas; pero realmente no existen. Revisando el contenido sintético de los Resolutivos Generales del Proceso Integral de Reforma Universitaria de 1999-2000 fácilmente se puede observar que su redacción y aprobación, aunque son correctas, son insuficientes; sin embargo, contienen la esencia para su operacionalización, pero, la comunidad docente, no alcanzó a hacer suyo su contenido.

Seguramente, quienes redactaron la propuesta lo supieron y lo resolvieron como un proceso que había que darle continuidad, pero la continuidad se interrumpió. Así, en lugar de darle contenido académico a la nueva nomenclatura, lo que hicieron fue pervertirla: crearon una burocracia más abultada en la que simplemente llenaron todos los espacios que van desde la Administración Central, las Coordinaciones de Áreas, Las Unidades y Programas Académicos; es decir, se ampliaron los ámbitos de decisión y ello facilitó darle rienda suelta a la ambición de poder.

En la UAZ se reconoce la existencia de estos problemas, pero, hasta donde se observan las cosas, solamente unos pocos universitarios están realmente convencidos de poner en el centro la ética, la norma y los valores. Algunos de estos universitarios convencidos lo dicen de esta manera: “hay que volver a la legalidad”, pero en realidad fueron superados por el pragmatismo.

La inmensa mayoría cree que lo que importa es ponerse de acuerdo y que cualquier vía es buena por sí misma. Este comportamiento es el que ha convertido en el cemento a remover; lo cual se ha transformado en el criterio que ha servido desde años atrás para administrar la crisis y así se va a mantener, salvo que suceda un serio cuestionamiento.